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1579 15 Mayo 2014

 

LA VENTANA INVISIBLE
Por un periodismo (radiofónico) que ayude a la gente
Jorge E. Villalobos G.

Torreón.- Deambular en el cuadrante radiofónico lagunero, es una aventura que no depara ninguna sorpresa, ya que la radio que se produce en las estaciones comerciales y no comerciales (permisionarias) es réplica de lo que se hace en buena parte del país, aunque, claro, con sus necesarias excepciones.

Y es más de lo mismo en cuanto a la producción de noticiarios o programas informativos, pues casi no hay aporte novedoso en cuanto a la estructura, contenidos y objetivos de la programación noticiosa por radio.

La situación de los noticiarios locales es tal, que no sólo se dedican a llenar de breves notas periodísticas, plagadas con declaraciones de funcionarios y políticos, sino que el lenguaje y su redacción faltan a los más elementales principios de la escritura radiofónica, de lo cual deduzco que esas informaciones son calca textual de las noticias de los periódicos locales.

¡Ah!, pero la verborrea de los periodistas, metidos también de locutores y productores, se luce (penosamente) cuando llegan a improvisar y comentar acerca de una nota, sobre todo si ésta habla de los logros del tal o cual funcionario y su espléndida labor; y si la nota es deportiva o del ámbito de los espectáculos, dejan ver su ingente acervo futbolero o su exquisito gusto por la música grupera.

Es así que el panorama radiofónico de la región lagunera en cuanto a noticias, luce yermo de nuevas opciones y alternativas, dejando de lado el verdadero periodismo por radio, sobre todo el que la actualidad moderna exige: un periodismo más comprometido con la realidad de los escuchas y de la sociedad entera. Un periodismo que no sólo informe bien, sino que se comprometa con las causas de la gente y de los variados grupos que la componen.

Una pieza fundamental en el nuevo paradigma del periodismo actual y del futuro es el propio periodista, de quien el público espera muchas cosas acerca de su función, ya que el simple periodismo informativo en el que navega la radio que todavía escuchamos, resulta ya obsoleto. Hoy se requiere más que eso, puesto que se necesita dar una interpretación seria y sobre todo honesta de los acontecimientos, hacer pensar a la audiencia, darle información que le sea realmente útil y orientadora lo cual exige un periodismo más de investigación, más interpretativo y aplicado con excelencia. Por ello, sin temor a equivocarme, el rol del periodista ha pasado de mero informador -casi transmisor de datos-, al de intérprete de la realidad social, al de educador, orientador e intermediario comprometido con su audiencia.

¿Cuántos comunicadores o periodistas que usted escucha en la radio lagunera (o lee en los diarios o ve en la tv) cumplen con este perfil, que verdaderamente asuman la responsabilidad social que les corresponde, que sean proactivos? El público no se identifica ya (y cada vez menos) con medios o periodistas que sean indiferentes ante sus necesidades y problemas, que no informen de ellos, que no opinen, que se escuden en el manoseado principio de la objetividad para desentenderse de aquello que puede resultar polémico.

Es deprimente decirlo, pero la mayoría de los periodistas de nuestro cuadrante local, están más abocados a recabar información y notas donde la oficialidad sea el emisor, y con ello ir sembrando, poco a poco, el camino hacia el objetivo primordial que muchos colegas tienen: el embute… el chayotazo… la prebenda ansiada. Sí, puede haber excepciones, pero muy, muy escasas. La generalidad de los comunicadores y periodistas han encontrado en este tipo de corrupción, una forma de paliar sus exiguos sueldos.

También en la actualidad, muchos profesionales de la noticia argumentan que las circunstancias violentas y de inopia política que vivimos todos los mexicanos, y en particular la región, los obliga a desentenderse de su gran responsabilidad de alertar a la opinión pública acerca de las grandes cuestiones que afectan el desarrollo del ser humano, lo cual y por cierto, la UNESCO considera como un deber de los comunicadores el llevar a cabo.

Y como dijo alguien por ahí: el que no pueda y no sepa, que renuncie… ya que fundamentalmente, los escuchas esperan que el periodista sea un intermediario que lo alerte, que le oriente, que le ayude a conocer y comprender la realidad y que se acerque y refleje la suya; y por sobre todo, que lo escuche y que le dé voz. Por supuesto que no se trata de un redentor, sino de un informador que investiga, interpreta y explica los hechos y las situaciones de manera sencilla, pero profunda.

De igual manera, el público ve al periodista como una persona que puede interceder a su favor ante distintas instancias, principalmente oficiales. Desde esta perspectiva, la intermediación del periodista presenta una doble característica: dar cabida a la expresión directa de la gente y los grupos, y darles voz; así como interceder por ellos ante instancias de diversos tipos para ser agente de cambio. Por supuesto que el “dar voz” no ha de reducirse simplemente a establecer un programa de quejas, tan común en el medio radiofónico. La voz debe dársele al público cuando se discuten asuntos clave de la vida local, regional o nacional, cuando se producen las polémicas más encendidas (las recientes reformas peñistas), cuando se definen planes y se toman las decisiones que afectarán luego la vida cotidiana de las personas, en pocas palabras: hacer del público el emisor y no un receptor pasivo.

Es por ello que intermediar significa que el público demanda una actitud más comprometida del periodista. Le pide un papel proactivo como agente de cambio y espera que interceda por él ante aquellas instancias a las que no puede llegar y el periodista sí. Pero interceder no sólo significa gestionar una queja ante una institución o una secretaría determinada; significa también cuestionar aquellos planes o iniciativas que afecten negativamente a la gente, aquellas tendencias sociales que no beneficien a las mayorías y, sobre todo, reflejar la realidad cotidiana de la gente para que su universo también cuente a la hora de delinear el futuro de la sociedad.

No cumplir con esta función de intermediar, representa prácticamente a sumergir al público en la incomunicación, debido sobre todo, a la utilización de sistemas periodísticos inapropiados, como acontece en la radio y los demás medios comunmente, cuando para dar a concer hechos complejos y difíciles como los económicos, políticos, sociales y educacionales se emplea el llamado periodismo informativo, cuya caducidad está muy cercana.

Hay que reconocer que los medios en general, en específico la radio, y los periodistas, deben aceptar con humildad que no son dueños de la verdad, y mucho menos la única forma para llegar a ella. Son sólo instrumentos que contribuyen a la búsqueda de la verdad y del conocimiento, del entendimiento y del avance humano en todos sus ámbitos. Incluso, la eventual posición de liderazgo de un medio o de un periodista, está determinada por la opinión que el público tenga de ellos, por útiles y creíbles que sean para sus audiencias. Esto exige, más bien, un mayor grado de humildad, de respeto y de compromiso social para con ellos.

Finalmente, he de comentar que esto de la intermediación del periodista, guarda una estrecha relación con lo que los estadunidenses llaman “abogacía de los medios” (media advocacy), lo que otorga una fuerza a las comunidades para intervenir en el debate público, pues permite interpelar directamente a los que tienen influencia y presionar a los tomadores de decisiones. Es de esta manera que los medios y sobre todo la radio, se convierten en instrumento dinámico de la democracia y en verdaderos agentes del cambio social.

 

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