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1664 11 Septiembre 2014

 

 

Enseñanza de la ciencia en la escuela básica
José Ángel Pérez

Monterrey.- La implementación de un programa orientado a abatir el rezago en la enseñanza de la ciencia en la escuela básica implica un conocimiento de la vida en las aulas para de ahí construir estrategias pertinentes, pues el maestro mexicano ya está harto de los teóricos y de los burócratas de la investigación que desconocen la realidad áulica. El docente de ciencias de educación básica se le forma bajo esquemas muy tradicionales que abusan de la clase expositiva soslayando la investigación, el trabajo experimental y la construcción de representaciones.

Por ello se requiere un ambiente áulico favorable, un programa flexible que potencie las habilidades, destrezas y actitudes por encima de los contenidos teóricos. Un ambiente en el que el docente cuente con asesoría y acompañamiento de expertos, que tenga libertad, capacidad, medios y recursos para diseñar las actividades. 

La motivación efectiva en una clase de ciencias no se logra sólo con la realización de experimentos vistosos e impactantes, esto también lo hacen los cómicos y los magos. Es importante que la clase de ciencias se torne amena e interesante. En este sentido, la enseñanza de algún  tema de ciencias o de una habilidad específica como medir, observar o manipular herramientas, debe insertarse en un contexto general para que el tema adquiera relevancia para el estudiante. Al redactar los hallazgos, las conclusiones, los reportes de laboratorio, los resultados de las investigaciones en libros o en la red, el docente debe vigilar que el estudiante evite plasmar opiniones personales en las conclusiones, los resultados han de ser obtenidos del estudio de una realidad en la que el aprendiz se planta, la cuestiona y le arranca respuestas que la mayoría de las veces contradicen su sentido común o sus opiniones. Como decía Bachellard: Todo conocimiento es una respuesta a una pregunta dada, nada es espontaneo, nada está dado, todo se construye.

La tarea no es nada sencilla. Sin embargo, un avance significativo en la enseñanza de la ciencia en nuestro país se logrará si se apoya, asesora, capacita y forma al docente. En este quehacer se debe invertir en tecnología, pero no a la manera foxiana y calderonista que degeneró en jugosas ganancias para los vendedores y compradores de computadoras. La tecnología sólo se torna en tecnología educativa cuando el docente tiene una formación pedagógica y científica y no cuando éste es abandonado a su suerte en aulas deprimentes y, además, amenazado laboralmente por algunas autoridades que no tienen nada que hacer en la SEP puesto que no presentaron ningún examen de para dirigir la educación en nuestro país.

¡Lástima habiendo tantos buenos profesores de clase mundial en nuestro México!

 

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