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2110 27 Mayo 2016

 

 

Contra los enfermos mentales
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Más de una vez he visto en actas de defunción de amigos y familiares señalar entre las causas de su muerte, cierta “enfermedad mental”. Me parece un abuso forense que se despache una vida humana entera a partir de categorías rígidas y arbitrarias, como por ejemplo: “infarto agudo al miocardio y esquizofrenia”. Y otra no menos frecuente: “esclerosis múltiple y trastorno bipolar”.

¿Pero en realidad la enfermedad mental es una enfermedad? La respuesta es no. Es posible imaginar, por ejemplo, que la causa de muerte de Steve Jobs fue un paro respiratorio como consecuencia de un tumor de páncreas metastático, además de neurosis crónica.

De no conocer la vida y las obras asombrosas de Jobs, tanto en biografías como en películas, la idea que tendríamos de él sería la de un neurótico cuya patología mental acabó matándolo. ¿Seríamos justos con el creador de Apple y de Pixar?  Por supuesto que no. Incluso sería una calumnia.

No son pocos los psiquiatras que, desde hace décadas, han desechado el concepto de enfermedad mental porque carece de sentido racional y no tiene valor científico. Lo explica el psiquiatra Thomas Szasz, en su libro: The Myth of Mental Illness: Foundations of a Theory of Personal Conduct.  En efecto, para Szasz, la enfermedad mental es un mito.

A los enfermos mentales se les definía hasta hace algunos años como aquellos que están “internados en hospitales neuropsiquiátricos”. Tanta simpleza ofende, aunque no soy partidario de quitarle a la psiquiatría su calidad de ciencia.

Sin descartar que el cerebro se enferma (sufre tumores malignos o aneurismas, que son atendidos por un neurocirujano y no tanto por un psiquiatra) más que de enfermedad mental, debemos hablar de trastorno de personalidad, es decir, de un conjunto de comportamientos personales que no se ajustan a los patrones y reglas de conducta convencional.

La psiquiatría no trata entonces “dolencias" sino que es un método para ayudar a ciertas personalidades que se salen del canon; no les “alivia una enfermedad” sino que les enseña más acerca de sí mismos. Esa diferencia acabaría con tanta acta de defunción que difama la memoria de innumerables muertos.


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