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2146 18 Julio 2016

 

 

¿Por quién doblan las campanas?
Coral Aguirre

 

Monterrey.- Hay una estructura mental blanca, centralista, soberbia, y es la mía, la tuya, la nuestra, los que somos ilustrados de clase media o simplemente pequeñoburgueses, como se decía antes.  Esa estructura nos lleva a combatir la desigualdad y el oprobio de los Otros, pero no nos asegura en el simple andar de los días que seamos justos y solidarios.

Veo en el periódico Milenio las notas sobre la discriminación de la servidumbre en San Pedro, sobre todo la nota de Gustavo Lemus me da este impulso para llegar a la compu y abrirla. Pensar en qué estoy,  en quién soy frente a esa mujer que hace 24 años llegó a Monterrey sin hablar español  (hoy con familia e hijos que reniegan de su lengua natal, porque ya no sirve para nada), frente a esa mujer, me repito, que  reflexiona sobre estos años de humillaciones y aprendizaje.

“Recuerdo que tuve trabajos donde empezaba a las seis de la mañana y terminaba a las dos de la mañana del día siguiente ¡y que no hubiera fiesta porque peor!”  En esas casas de San Pedro las habitaciones  son muchas, con baños para cada recámara, y si queda tiempo para comer se comen las sobras de los patrones…

Ya sé, eso lo sabemos todos. Pero lo que me duele es la actitud con que lo observamos.  Ahora estamos peleando las diferencias de género, nos apasionamos en esas diferencias y tanto, que aun en mi propia casa han habido exacerbadas defensas por los  “ trans” todavía no “trans” pero en busca de su destino. En cambio las diferencias que nuestra mirada invoca cuando miramos a los que limpian nuestras casas, es distraída, está provista de los prejuicios  que no advertimos, es una mirada de arriba para abajo. Una mirada de “yo te pago lo justo así que soy justa”. Una mirada  que al leer en el periódico los dichos del alcalde Mauricio Fernández,  declaraciones de hace varios días,  o mejor dicho ya reiteradas, en cuanto a conformar un padrón para clasificar a toda la gente que anda por su municipio, en principio el área de la servidumbre y luego  incluso agregó que  los vendedores ambulantes (ya no fijos) no podrán circular, se indigna  por saber, por ilustración, por cultura. Como la mía. Sin embargo quedamos inermes, nos indignamos en nuestro fuero interno, no proponemos nada.   

Acaso por estos días resulte más simpático andar proclamando los siete colores que movilizarse, levantar las manos, decidir por colores tan grises, tan opacos, tan descoloridos y tan comunes, como los de siempre: los pobres y los ricos, la exclusión de la Historia de más del 80% de la población mundial. Porque seamos claros,  esa población son las sirvientas y los sirvientes (También se dice los oprimidos y en mis tiempos los condenados), sean homosexuales, heterosexuales, o cualquier tipo de transexualidad.

Y así, otra vez el acaso, viniéramos a darnos cuenta que antes que cualquier decisión de carácter sexual y detrás de la misma, hay una persona, una conciencia, un status quo, que nos hace ser lo que somos.


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