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2146 18 Julio 2016

 

 

MALDITOS HIPSTERS
El secreto para viajar en el tiempo
Luis Valdez

 

Monterrey.- Hace un tiempo intenté escribir unas memorias noventeras sobre mis años de tallerista literario, donde aparecían Felipe Montes, Luis Felipe Lomelí, Paulino Ordóñez, entre otros. Estancado a medio proyecto, ahora recurro al relato para viajar más atrás, hacia la infancia. ¿Por qué es necesario viajar en el tiempo?

Primero nos forma la familia y más tarde las amistades. Uno de mis primeros amigos fue Ricardo Durán, que solía cerrarme el paso camino a la tienda para invitarme a jugar con sus monos de luchadores. Tanto él como yo, como el resto de los niños de la calle Juglar, pasando los veranos enfundados sólo en nuestras trusas Teycon. Al menos a mí nunca me enmarcaron en una foto donde anduviera sólo en trusas. A él sí, y recuerdo que tenían esa foto en la sala, todavía en nuestros tiempos de escuela secundaria.

-Oye, Ricardo, ¿y cómo le vas a hacer cuando traigas una novia a tu casa? ¿Vas a dejar que vea esa foto?

-No, pues nadamás no la traigo a la sala –contestaba él.

En los años de primaria, Beto era un compañero cuya casa compartía el patio trasero con la cancha de futbol de la escuela. Junto a una de las porterías se podía ver la ropa de tu familia tambaleándose en el tendedero. Era lunes cuando me dijo que el día anterior le habían hecho su fiesta de cumpleaños. Le pregunté si le había sobrado pastel y me dijo que sí, y me invitaba a ir a su casa a comer en el recreo.

Resultó sencillo: Sólo caminamos por detrás de la portería, él tocó la puerta trasera de su casa y su madre abrió.

Comimos caldo de res con pastel de coco rallado.

Un lustro después, ya en la secundaria, Beto se extravió tres días luego del Huracán Gilberto. Él era el goleador infantil estrella del Club de Futbol Soccer Los Astros, de la colonia Villa Las Fuentes. Entrenadores, padres de familia y jugadores de otras categorías recorrieron el cauce del río que atravesaba el Parque Canoas, hasta que una tía que vive en Guadalupe lo llevó  de regreso, luego de que estuvo incomunicada sin líneas telefónicas.

Pero me gusta el humor y no veo mucha ironía en recordar tiempos, aunque se supone que fueron tiempos mejores. Por más que le escarbo no le veo lo gracioso a la gracia.

¿Entonces por qué carajos insistir en regresar? ¿Por qué parece necesario viajar en el tiempo? Acaso, para la revisión, como al punto de desconectarse en el sueño, con ese minuto en que la mente mueve el carrete.

También valen los arrepentimientos, los amores frustrados, lo que nunca se dijo, el adiós que nunca se le dijo a esa persona que justo esa tarde murió.

Pero por supuesto que causas así serían mera sufridera.

Y así encontramos el secreto necesario para viajar en el tiempo: la nostalgia.


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