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2216 24 Octubre 2016

 


Otro mundo es posible
Irma Alma Ochoa Treviño

 

Monterrey.- Buenas tardes. Agradezco al gobernador del estado, ingeniero Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, el honroso nombramiento para colaborar en esta edición del Consejo de Participación Ciudadana del Instituto Estatal de las Mujeres, cuyos objetivos coinciden con mi actividad como defensora de los derechos de las mujeres y de las niñas.

Aprecio en todo lo que vale, la atenta escucha de la licenciada Yamilett Orduña Saide, presidenta de este Instituto, y su interés en conocer los motivos que nos orillaron a solicitar -en 2012- la Alerta de Violencia de Género por feminicidio y desaparición; así como la lucha emprendida para que se reconociera que el propósito de este mecanismo de protección colectiva es humanitario y de atención urgente.

Acepté el nombramiento ejerciendo mi derecho a participar en las decisiones políticas que nos norman, con el propósito de coadyuvar con el Gobierno ciudadano en la construcción de otro futuro posible. Un futuro en el que las mujeres y las niñas, que hayan nacido, transiten o vivan en esta tierra norestense, tengan iguales derechos y sean tratadas con respeto lo mismo en el hogar que en la calle, en el transporte, la escuela o el trabajo.

A sabiendas del compromiso y la responsabilidad que supone, acepté el cargo en este órgano consultivo para contribuir de manera activa, como lo marca la ley, con opiniones, proponiendo acciones, recomendando estrategias, evaluando el progreso o el desarrollo de las políticas públicas dirigidas a beneficiar a las mujeres y a las niñas.

Hablo en mi nombre.

La inseguridad es preocupante, al grado de obligarnos a levantar rejas a nuestro alrededor para salvaguardarnos de ataques violentos, pero aún con toda la piedra, madera, cemento, vidrio o hierro invertido en los muros, existe el riesgo de ser asaltadas, heridas, aisladas, incomunicadas, violadas o asesinadas en la propia casa.

Hemos perdido la capacidad de desplazarnos con libertad, lo mismo en la ciudad que en el campo. Incluso, es riesgoso salir a barrer la banqueta, comer en el estanquillo de la esquina, caminar por las calles o circular por las carreteras.

Sin duda, son muchos los desafíos pero la utopía puede asentarse en Nuevo León. Nuestro estado tiene recursos materiales y humanos para ello.

El reto a enfrentar es enorme, pues no es sencillo transformar en un santiamén, la cultura reinante de discriminación en una cultura de igualdad. El camino es arduo y tardado, no queda más que trabajar en común unión, para alcanzar los objetivos planteados.

Creo que conjuntando los esfuerzos del gobierno y de la sociedad pueden transformarse los espacios, hoy inseguros, en oasis de tranquilidad y libertad para todas y todos.

Tengo la certeza de que no es ilusoria la aspiración de lograr que la justicia y la igualdad sean una realidad. Es un derecho que se demanda, y se trabaja en su consecución.

No sólo me preocupan sino que me ocupan las violencias contra las mujeres. El movimiento feminista del que formo parte trabaja de manera tenaz y consistente, para prevenir, atender y eliminar toda manifestación de violencia contra las mujeres.

Confío en que llegará el día en que las mujeres y las niñas sin importar origen, condición, estado civil, preferencias u opiniones, sean respetadas y se sientan tranquilas en cualquier lugar que se encuentren y en todo tiempo.

Aguardo el despertar de las conciencias y la erradicación de la misoginia y el machismo.

Espero que no haya más amenazas, golpes, burlas, humillaciones, violaciones, diferencias salariales, discriminación por edad o por embarazo, incesto, embarazos tempranos, explotación sexual, trata de personas, desapariciones, prostitución forzada, ni trabajos esclavizantes.

En aras de la justicia, abrigo la esperanza de que con diligencia y jalando en serio, con empeño buscaremos hasta encontrar a las personas desaparecidas.

Imagino a Nuevo León como estado líder en el respeto a los derechos humanos y en la igualdad en el trato, en las oportunidades y en las capacidades.

Abrigo el sueño de que Nuevo León consiga ser un estado donde predomine la seguridad, donde se escuchen cotidianamente las risas y las alegrías, sinónimos de libertad.

Sueño en otro mundo posible, porque nada humano me es ajeno.

Pero no sólo sueño, trabajo para hacer realidad esos sueños en beneficio de las mujeres y de las niñas.

 
Gracias por su atención.

* Texto leído en Palacio de Gobierno, en la Toma de protesta del Consejo de Participación Ciudadana (2016-2017) del Instituto Estatal de las Mujeres. Monterrey, N. L., a 20 de octubre de 2016.

Integrante de: Arthemisas por la Equidad, A.C.
Red por los Derechos de la Infancia en México
Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio
Colaboradora de Bordando por la Paz

 

 

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