Suscribete

 
2216 24 Octubre 2016

 


Soy en un día, de Graciela Salazar Reyna
Alfonso Reyes Martínez

 

Monterrey.- La poesía es un punto de encuentro con lo desconocido. En el silencio del solitario las palabras fluyen, nace la voz templada en las estancias del alma, en las mareas de la imaginación. A los ojos del poeta, el acontecer insólito, el oro de la luz, el viento, el mundo que se puebla con nuevos seres palpitantes de emociones. Los días avivan el fuego, las sombras la tristeza. La vida se desborda, incontenible, por los andamiajes de la imaginación.

El poema queda allí, solamente, mezcla de secretas savias. Solo, solitario, en un día. Pero es difícil atrapar las palabras y lograr que se queden. Es necesario ser apasionado sin freno de la idea del amor, de la amistad, del arte. Surgirá entonces, generoso, el vino madurado en las cavas de la serenidad y del silencio, para que la voz se llene de nuevos perfiles al recorrer el día.

    Cuando en verdad camines
               de veras caigas
tu memoria enraizada en las galaxias sentirá por sus
               plantas
cómo el corazón sigue respirando

   
En estas líneas Graciela Salazar describe la vida, que crece en una habitación sin límites desde donde se construye la libertad del ser para encenderse, para conmoverse, para voltear al recuerdo y su silencio, que nos anuncia, sin embargo, a cada instante, la delgada presencia de la muerte. Apremio tenaz por comprender el mundo, sentimiento exultante del tiempo que corre con pulsos estremecidos. “Criaturas de un día ¿qué somos?, ¿qué no somos? El hombre es una sombra del sueño.” Palabras de Píndaro que han viajado por los siglos y que bien pueden aplicarse a ella, que encuentra en el noble oficio de poeta los trabajos y las excelencias. Soy en un día es un poemario que se abre paso con una voz breve y depurada al filo del deseo, al filo de la luz, al filo del agua. Son metáforas que sorprenden, o construcciones que descorren –sin entregarse fácilmente a la primera vez–, el velo que cubre una viva pasión del solitario:

Heme sonando liviano hondo breve largo mientras
         se van por un agujero las
horas, escuchándome sin que pueda nada detener la
        precipitación, no hay más
preguntas en torno a qué saben vida y muerte sólo
         desbarrancan uno a uno los
sueños otra vez

Inmersa en el estudio de los complejos campos del habla, su palabra se ha enriquecido con nuevas significaciones, otros elementos de una realidad compleja del mundo que le toca vivir:

Ahora juegas a que te mira
y sí
por un instante no importa dónde
sino estar
estar en la muerte en la vida
allí
sobre la gravedad de una esquina
que vuelve su filo y escribe de golpe
en el espejo.

Nunca ha traicionado las voces de sus demonios ni de sus ángeles. En los  oscuros o luminosos encuentros por los litorales del día, ha definido su propio canto: del aire, de la tierra, de la luz; y habita los espacios como todo poeta que alza sus elementos para fundar, en territorios desconocidos, el secreto paraíso que ofrecerá a sus lectores:

Te sabes camino adentro e ignoras por qué
de asomar en sus ojos los tuyos estremecen y
sobre la luna del río son pichones heridos
postración a falta de hallarse   tonterías

               Casi sin rumor entre ala y alilla
dos relámpagos sepultan su espada
es la sombra –que eres– lo que queda
más allá de las marcas del rostro

               Ha pasado la lluvia y no te encuentro
apenas huele la vida
montándose en otra versión
humedecida y sola

Encima
silencio barre a lengüetazos
la noche
gato tras los pasos que amanecen

Ahora juegas a que te mira
y sí
por un instante no importa dónde
sino estar
estar en la muerte en la vida
allí
sobre la gravedad de una esquina
que vuelve su filo y escribe de golpe
en el espejo.

Libro breve, sí, pero intenso, Soy en un día renueva la esperanza en la voz de los poetas de esta tierra. Ilustrado en su tapa con una obra del pintor Damián de la Rosa, su formato y su tipografía ofrecen la conjunción que le da carácter de un bello poemario. Forma parte de la colección “Tarde o temprano”, que la Universidad Autónoma de Nuevo León inició recientemente.

Graciela Salazar Reyna se formó en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras y ha ejercido su magisterio en su misma universidad desde hace años; ha colaborado en las publicaciones universitarias de aquí y de otras partes del mundo.

 

 

15diario.com