• En 2009, la economía de LA se contraerá 2%; la de México, 7%

• Pulularán por el infortunio 10 millones de pobres adicionales

Siempre somos los primeros de la cola; de eso estamos “orgullosos” los mexicanos. Revisen las valoraciones, los “rankings” del Fondo Monetario Internacional, de La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económica, de las más serias instituciones de investigación académica sobre asuntos mexicanos, y verán que esto es la pura neta. Resulta que, como lo reportaron diversas agencias de noticias especializadas en economía y finanzas (la española Efe y el Dow Jones), el crecimiento económico de Latinoamérica se contraerá un 2% en el 2009, liderado por una fuerte caída del 7% del Producto Interno Bruto de México, como lo han pronosticado los poco confiables econometristas del Banco Mundial, que por lo mismo se quedan cortos porque, si usted revisa los indicadores de todas las ramas de producción de la economía mexicana, han venido siempre en picada desde el año anterior y, aunque los gurúes de pacotilla de la Secretaría de Hacienda o del Banco de México digan que ya tocamos fondo, las amas de casa y las medianas y pequeñas empresas pueden tranquilamente contradecirlos. La economía mexicana no caerá un 7% como lo dicen los muchachos de Robert B. Zoellick, director de la institución creada en la posguerra con el nombre de Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, sino infinitamente se irá más al fondo, porque las autoridades mexicanas no han hecho nada, ni lo están haciendo, y lo que están proponiendo, que es incrementar los impuestos al consumo, no sólo será la carabina de Ambrosio, sino que constituirá un tapón para la ampliación de las inversiones y para la recuperación del caído mercado interno y simultáneamente tendrá efectos catastróficos en el comportamiento de los precios tanto al productos como al consumidor. Es decir, seguirá habido escasez de oferta de productos y una gran carestía de los que se produzcan y se pongan en los puntos de venta. Si no me creen, dejemos que el tiempo diga si tengo o no razón.

Dicen los chamacos del Banco Mundial que América Latina comienza a dar señales de recuperación frente a la crisis financiera internacional, por lo que debería cerrar el próximo año con una tasa de crecimiento del tres por ciento. Bueno, me gusta que los burócratas de la 1818 H Street, NW sean optimistas, pero lo que no me gusta es que no sean realistas. Ellos se basan en sus estadísticas, en sus sábanas de Excel para hacer sus cálculos, que en realidad no los hacen ellos, sino el programita mentado, que lo único que logra es confundir más a los econometristas y aún más a los agentes económicos y a los consumidores, que ya no ven las suyas vaya usted a donde vaya: Estados Unidos, Canadá, México, por hablar sólo de Norteamérica y ya no digamos en el Sur, en donde el único que medio se salva es el Brasil de Lula, pero porque no se ha ajustado a las órdenes del Fondo Monetario Internacional y ha democratizado, socializado, la economía. Dice Augusto de la Torre, economista en jefe para Latinoamérica y El Caribe del Banco Mundial que lo peor de la crisis ha pasado. Sin embargo, en lo que no repara es en que, como consecuencia de la recesión y el descenso del crecimiento económico, el número de pobres se elevará en alrededor de diez millones de personas, y economía que no hace ricos es una seudoeconomía y en esta crisis lo hemos visto. Los pobres, ya de por sí pobres, siguen siendo un lastre del que hay que deshacerse y los nuevos pobres, que se jodan, que al fin de cuentas los muchachos del Fondo Monetario Internacional tienen techo, y vaya qué techos, de lujo; tienen un automóvil pagado por la empresa; gozan de todo lo que un simple mortal patriota no puede gozar. En lo que sí tienen razón, a medias, es en la conclusión de que "es notable que entre las recesiones dentro de la región (latinoamericana) la más aguda es la de México. De hecho, si se excluye de la muestra y se calcula de nuevo el crecimiento económico, prácticamente no habría contracción en Latinoamérica". Claro, la mayoría de los países del Sur son democráticos, de izquierda, y han sabido tomar medidas de política económica que no aprueban los neoliberales del Fondo Monetario Internacional, ni los clásicos de Chicago, o de Manchester, que lo único que les interesa es que los cuadritos de Excel les cuadren, aunque la realidad los desmienta. Dicen que esperan que México comience a recuperar su alicaída economía en el 2010.

Pero, mire usted si las cosas de este mundo no andan patas pa’rriba. Y todo por la inconsciencia de los encargados de poner en prácticas las políticas económicas. Veinticinco millones de niños estarán desnutridos en el mundo en 2050 debido a los efectos que el cambio climático va a tener en la agricultura, de acuerdo con un estudio publicado por el Instituto Internacional para la Investigación en Políticas Agrarias (IFPRI). Y esto no es más que resultado de políticas económicas egoístas, individualistas, que sólo buscan privilegiar a quienes detentan los medios de producción y no aunque reciban el certificado de “Industria Limpia”, no cuidan en realidad el ambiente, por la corrupción de autoridades encargadas de “cuidar” la ecología, y de ahí que el cambio brusco de los ciclos del clima esté ahora hecho pedazos. Hace frío cuando debe hacer calor; hace calor cuando debe hacer frío; nieva en el verano, cuando debería negar en el invierno; llueve en tiempos de estiaje y no llueve cuando los campesinos están acostumbrados a sembrar, y esto ocurre en todo el mundo. De acuerdo con los responsables del estudio, esta situación se evitaría si destinaran 7,000 millones de dólares (4,800 millones de euros) anuales en inversión agrícola y en adaptación de los trabajadores del campo a los efectos del cambio climático. Si se destinaran para ello y no fueran quedando en el camino y a los trabajadores del campo les llegara sólo una migaja, como siempre ha ocurrido en México. Sin nueva tecnología y ajustes, el cambio climático tan sólo permitirá la irrigación de trigo en el 30% de los campos existentes en los países en vías de desarrollo (comparado con un escenario de no existencia de alteraciones climáticas). La situación agrícola y de seguridad alimentaria se verá agravada por el aumento de los precios de los alimentos, que se incrementarían incluso sin cambio climático, pero que aumentarán en el caso de trigo un 194%. De acuerdo con el IFPRI, el precio del maíz, en 2050, será un 153% más caro (de un 60% si las temperaturas permanecieran estables).

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