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17 de mayo de 2010
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ANÁLISIS A FONDO

La desaparición del “Jefe”

Francisco Gómez Maza

  • Ubinam gentium summus, Catilina!: Cicero
  • México, en el más grave riesgo de la  historia 

mazaimgEra de esperarse. La debilidad del gobierno del presidente Felipe Calderón solamente él no la reconoce. Todos los actores políticos, los analistas, los observadores independientes, conscientes, profesionales, vienen mirando, desde que le declaró la guerra al narcotráfico, un futuro sombrío para el país, un futuro sin rumbo ni destino, inmerso en un mito de democracia sin paralelo. El Presidente tiene, si quiere concluir su gobierno en paz, que escuchar las voces analíticas, críticas, que no son opositoras a él, que no quieren que renuncie, que quieren que el tejido social se reteja, que quieren que pase a la historia como un gobernante que le enseñó al PRI – la dictadura perfecta – a servir a los ciudadanos, que le dicen que la guerra no tiene salida, que es una proyecto perdido de antemano.

 

Ha llegado a tal grado la descomposición social y política como lo prueba la desaparición, muy probable secuestro, y esperamos que no ejecución, del llamado “Jefe” Diego Fernández de Cevallos, lo que quiere decir que la confrontación es a ganar o a morir. Y el gobierno, con todo su aparato militar y policial, lleva las de perder, porque el enemigo es muy poderoso, ya que no es independiente, no es autónomo, sino que está avalado, impulsado, armado, financiado, no sólo por las ganancias del tráfico de estupefacientes, sino por el sistema financiero mundial y concretamente estadounidense, y por personajes de la política mundial, que juegan con toda su conciencia a apoderarse del mundo, y uno de sus caminos es el negocio del narcotráfico, como lo ha denunciado en repetidas ocasiones el colega Daniel Estulin, en sus investigaciones acerca del poder y de las estrategias y tácticas del dia-bólico Club Bilderberg. La guerra de Kosovo es el más claro ejemplo. Fue una guerra para proteger las rutas del narcotráfico, como lo asienta Estulín en su impresionante reportaje Los Secretos del Club Bilderger, convertido en libro y un bestseller mundial.

 

El asesinato del candidato del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso, Tamaulipas, José Guajardo Varela, y ahora la desaparición de Fernández de Cevallos son dos hechos lamentables, que nos están revelando que mucho está podrido en México, mucho está podrido en la estrategia contra el crimen organizado, que no dará un paso atrás ni para tomar aliento. Y toda esta podredumbre – no hablemos ya de la muerte de los 49 pequeñines en el incendio de la guardería ABC, ni del asesinato aún no aclarado de los dos estudiantes de excelencia académica del Instituto Tecnológico de Monterrey, ni del asesinato de los niños en Durango, o de los jovencitos que celebraban un cumpleaños en un centro de diversión de Ciudad Juárez, ni del asalto a la caravana de observación internacional de los derechos humanos en San Juan Copala y tantos y tantos asesinatos. Hasta ayer la guerra declarada había cobrado por lo menos la vida de cuatro mil personas en lo que va del año y casi 24 mil en lo que va del sexenio calderonista, con sus “daños colaterales” de muertes de personas inocentes (aunque no está claro si los del otro bando son bandas de sicarios del crimen organizado, porque no se investigan, o son qué…). Y recordemos que el estallido estudiantil de 1968 en París ocurrió tan sólo por un estudiante asesinado por la policía.

 

Ubinam gentium summus! Quam rei publica habemus! clamó Marco Tulio Cicero, en el Senatus Romanus, en sus clásicas Catilinarias, ante el asesinato del emperador. Esta misma exclamación podemos aplicárnosla a los mexicanos. Quousque tandem abutere, Catilina, patientiam nostram? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? La paciencia tiene límites y los acontecimientos sangrientos, mortales, injustos, están ya rebasando la paciencia de la gente, que mira aterrorizada como caen como moscas presuntos integrantes del crimen organizado – presuntos porque no me atrevería a afirmar que lo son mientras no se pruebe que lo son -, personas inocentes, mujeres y varones adultos, jóvenes, niñas, niños, recién nacidos y ahora el río sangriento se está desbordando, no porque Fernández de Cevallos sea un hombre, un abogado, un político de renombre, contradictorio, cuestionable, perverso, o de buena fe, que no me toca a mí evaluar a nadie, sino sólo a mí y a mis juicios y actitudes, sino porque es un icono de la clase política. En el fondo, los infortunios que estamos enfrentando son producto de la ausencia de una verdadera democracia participativa, incluyente, no excluyente, en la que los representantes, los servidores, los empleados de la ciudadanía se han constituido en los barones, los señores, los caciques, los dueños del país y mandan de acuerdo a como truenen sus chicharrones, cuando se deben a la gente que votó por ellos y, por tanto, tienen que “mandar” obedeciendo. Pero la soberbia, la ausencia de humildad de los integrantes de la clase política es la que nos está empujando al despeñadero, hacia un abismo prácticamente sin fondo y el país se nos está desbaratando entre las manos.

 

Ayer fue el candidato panista a la alcaldía de Valle Hermoso. Hoy es la desaparición de Diego Fernández de Cevallos. Quién sigue. ¿Tendremos que afrontar un golpe de Estado militar? ¿Tendremos que afrontar espasmosos actos mediáticos de los grupos guerrilleros de izquierda, como ocurrió con los atentados a las instalaciones de Petróleos Mexicanos hace algún tiempo? ¿Tendremos que afrontar el caos social y económico, tan sólo por la soberbia de quienes en lugar de servirnos, creen que son los dueños de la res publica? Pero ni oyen, ni ven. Tienen el fuego en los aparejos y porfían en una política a todas luces fracasada de antemano. Y las cosas se pondrán peor, porque estamos en tiempos de elecciones y poderes institucionales y fácticos no se atendrán a la legalidad y legitimidad de los comicios, sino que tratarán de imponerse para que el estado de cosas no cambie en beneficio de las grandes mayorías de ciudadanos que ya no ven las suyas, que viven con la faja apretada y el estómago vacío. No. No amigos de la clase política. No va por ahí la cosa.

 

Este país es un país noble, de ciudadanos que padecen la pobreza estoicamente. Pero que, cuando pierden la paciencia, dios nos libre. Creo que en estos tiempos estamos mucho peor que en la etapa prerrevolucionaria de 1910, cuando los jornaleros eran explotados, excluidos, concentrados en campos de concentración como Valle Nacional, desaparecidos, asesinados, pero ahora tenemos algo peor que es el crimen organizado para trasegar no sólo con las drogas ilícitas, sino con las personas, mujeres y niños, principalmente, y hacer toda clase de negocios turbios, en contubernio con autoridades sin escrúpulos, sin conciencia, movidas exclusivamente por sus intereses personales o de mafia. Es tiempo, mi querido Felipe Calderón; es tiempo de dar un golpe de timón. Si esto no se hace, el presente, ya de por si sangriento, se convertirá en un futuro de desesperación y, dios no lo permita, de un estallido social de catastróficas dimensiones, peor que el “más peor” de los tsunamies.

 

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