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12 de julio de 2010
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BORREGO DIXIT

La rebelión de los estultos

Salvador Borrego

 

A reserva de que en un próximo número hablemos sobre la intención de esta nueva columna, antes de que el tema pierda vigencia comentamos sobre los horrores de los encuestadores del domingo antepasado.

 

Me han preguntado sobre las razones por las cuales fallaron los encuestadores, y la respuesta que aplica en este caso es la universal: fallaron por estultos.

 

Es claro que no faltará quién cuestione por qué antes sí acertaban, y trate de llevarnos a una contradicción por reducción a lo absurdo, afirmando que entonces no eran estultos y ahora sí. La respuesta es que antes y ahora han sido estultos. Lo que hace la diferencia es que antes era más fácil pasar desapercibido que ahora.

 

Me explico. En tiempos de Carlos Salinas se empezaron a popularizar las encuestas en México, y era tal la aprobación presidencial durante los primeros años, que prácticamente cualquier muestra  de personas, independientemente de su condición y conformación, tenía una opinión favorable al presidente Salinas. De modo que no se requería mucha sofisticación estadística para realizar encuestas acertadas.

 

Por otra parte, el mundo se movía lentamente. Uno de los primeros monitoreos que realizamos fue cuando la elección presidencial de 1994. Solamente tuvimos dos alertas: cuando el asesinato de Luis Donaldo Colosio y cuando el debate en que  Diego Fernández de Ceballos hizo gala de sus habilidades verbales e histriónicas. Fuera de ello todo fue estabilidad.

 

En consecuencia el mundo era muy propicio para que principiantes y aprendices hicieran sus pininos y disfrutaran las mieles de la gloria, pero eran algo parecido al pulpo que ahora hace predicciones sobre futbol; esto es, no tenían conciencia de lo que hacían.

 

Algunos se hicieron muy famosos, otros se hicieron muy ricos, pero ninguno como consecuencia del éxito invirtió en lo personal o como empresa para ponerse a la altura. Hoy la vida pone a cada quien en su lugar.

 

Ojalá busquen en ellos mismos la explicación de sus fracasos y no insistan en seguir ofendiendo a nuestro pueblo llamándolo mentiroso y cobarde.

 

Los mexicanos somos tolerantes, nada más.

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