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23 de agosto de 2010
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Espejito Medina

Irma Alma Ochoa Treviño

 

Los silbidos escuchados en las exequias al alcalde de Santiago, Edelmiro Cavazos, son una muestra más del hartazgo de la población ante la inseguridad y la violencia. ¿Cuándo se decidirá Rodrigo Medina a tomar el timón y darle rumbo a Nuevo León, en vez de seguir en campaña?

 

Casi once meses de auto engaño y creer que nos engaña con agitar banderitas, prender foquitos, posar, modelar, tomarse fotos y videos, declarar, viajar y convocar a reuniones inútiles, es demasiado. Mientras, aumentan la inseguridad, la violencia, la corrupción y la impunidad.

 

En la literatura dirigida al público infantil encontramos metáforas que identifican algunas características de la actuación cotidiana de quienes “sirven” al pueblo. Uso el entrecomillado porque ignoro si sirven, se sirven o de plano no sirven.

 

La bruja, en el cuento de Blanca Nieves, busca su imagen en un espejo mágico, le pregunta: espejito lindo, espejito de oro, ¿quién es la más linda, tesoro? La bruja se sobrevalora, confía en sí misma y espera que el dictamen del espejo sea a su favor; pero no, el espejo no le miente, le dice que Blanca Nieves, su hijastra, es la mujer más bella del reino.

 

En Nuevo León, el espejo le miente al gobernador, haciéndole creer que a más imágenes, a más poses del niño dorado, como lo ha etiquetado la prensa,desperdigadas por el estado tendrá la admiración y el respeto de la ciudadanía. Si no es así, entonces por qué se gasta en ello.

 

Cabe la posibilidad de que él se auto-engañe y sesgue a su espejito para escuchar puros elogios. Sustento la percepción de tal actitud en la respuesta dada por él mismo al ser abucheado en una competencia deportiva. Dijo que el abucheo fue porque no había participado pero que ya estaba trabajando en eso. En ejercitarse, ¡claro!, ¿en qué más?

 

En mi calidad de ciudadana no me importa si el gobernador hace ejercicio o no, si corre en justas deportivas o no; me interesa que haga lo que le corresponde, lo que protestó hacer al tomar el cargo en octubre pasado y desde entonces se le paga con dinero del tesoro público estatal: brindar la seguridad que la población demanda.

 

Intentando comprender su débil actuación como gobernante, me inclino a creer que, ocupado en promover su imagen, no se ha enterado que las y los nuevoleoneses tenemos temor de salir a la calle, que incluso sentimos temor en nuestra casa, en el trabajo, en la escuela. Quizá desconoce los pormenores de la violencia. Luego, me pregunto, si el gobernador no sabe lo que sucede en el estado, entonces, ¿en qué basa sus declaraciones?

 

Tal parece que no percibe que la población está irritada por la inseguridad que padece y que el gobierno a su cargo, en vez de trabajar por la seguridad, decidió erróneamente difundir su imagen oteando el horizonte, regalando útiles escolares o despensas; inaugurando un camino o plantando un árbol. Cree que eso va a tener contenta a la población nuevoleonesa.

 

¿En qué país, en qué estado o en qué municipio vive el gobernador Medina?; me pregunto si él alguna vez ha quedado varado en algún bloqueo; si ha escuchado detonaciones continuas por más de dos horas; si va sólo a su trabajo, al mercado o a comprar sus películas; si se siente seguro –sin guardias a su alrededor- en alguna plaza mientras lee el periódico, toma una taza de café, escucha música o le lustran sus zapatos. Me pregunto si alguna vez ha abandonado su comida en algún centro comercial o si ha corrido para cubrirse de las balas; si ha perdido el sueño o ha perdido la tranquilidad.

 

Aunque públicamente empeñó su vida, señor Medina, no se le pide que la dé. Nomás se le demanda que trabaje. Eso.

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