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20 septiembre 2010
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La noche del Bicentenario
Luis Gerardo Ruiz

Ya van a ser las 12 del 16, las aeronaves militares ya dejaron de pasar por encima de mi depa. Tengo mucho reportes, proyectos y artículos que trabajar pero antes quiero compartir con ustedes lo que vi y escuché la noche anterior en el grito de Tlatelolco.

Pues resulta que desde hace pocos días cambié de idea sobre el bicentenario y me fui a celebrar, pero contreras que a veces soy, me fui a la Plaza de las Tres Culturas, al grito de AMLO. Debo aclarar que el Peje despierta mucho mi curiosidad. También fui de curioso a su último mitin del Zócalo, quería ver si todavía lo llenaba, como eso era lo que me interesaba, pues llegué ya como a la 13 horas, dos horas más tarde de su inicio, y el Zócalo seguía lleno mientras AMLO terminaba su discurso. Pero ahora se trata de la noche del Bicentenario.

Dejé mi viejo neoncito a la vuelta de Metro Coyoacán, en la calle que lleva al centro Bancomer y una entrada a Plaza Coyoacán. Oscura como cueva, pero para eso sirve mi carrito, seguro que no despierta tentaciones. Me voy en metro hasta Tlatelolco; el tren se tardó un poco y se juntó gente esperando, casi se llena, para la estación División del Norte ya parecíamos sardinas, parecía hora pico. Al llegar a Balderas medio se vació y se llenó de nuevo, igual en Hidalgo, y entonces sí me pregunté: ¿y éstos? ¿a dónde van, el centro se está quedando atrás? En Tlatelolco vaciamos el tren y resultó que también iban con El Peje. Gente prole, algunos clasemedieros más de abajo que de arriba. Familias con todo y abuelos, personas apenas maduras como yo y ancianos, en parejas, él y ella, ellos y ellas.

Eran como las nueve y media de la noche, no había cenado, y me detuve a comprar un elote; me asomé a la olla y eran de esos petacones, de granos gordos, nada simétricos, seguro que todavía no se mezclan con transgénicos, pensé, y pedí uno. Mientras espero mi turno, llega otra oleada del metro. Igual que en el tumulto anterior, distingo a dos parejas de universitarios, que la cruz de la parroquia va con nosotros a todos lados, hasta SNI podían llevar. El camino del metro a la plaza cruza todo Tlateloco, muy venido a menos, los andadores todos a oscuras, ahí va uno siguiendo las siluetas, como caminito de hormigas.

Cuando llego la plaza está casi llena, justo termino el eterno elote cuando suben el Peje y su equipo al escenario y empieza su discurso. Nada nuevo, o tal vez sí, el discurso está más depurado, del usurpador apenas se ocupa. Los ejes principales de su discurso, aquí y antes, son el despojo de la nación por la camarilla oligarca, primero los pobres, y ahora pone primero entre los primeros a los jóvenes excluidos, por poquito y dice “lucha de clases”, pero no es necesario mencionarla, que se ve todos los días. Por último, cada vez más depurado y anacrónico, su llamado a rescatar la política, ¡con la moral!; ¡vaya terquedad!, está “pissing more off than Narro”

Nos invita a ser solidarios, incluso menciona el amor a los demás. Llama a rescatar la política con la moral para rescatar a México, insiste en los pobres y reitera su énfasis en los jóvenes excluidos. Y además insiste en lo pacífico del movimiento que nos invita a consolidar y expandir. Casi nos invita a divulgar la Palabra.

¿Donde aprendió política AMLO? De repente da la impresión que lo hizo en alguna tertulia con Juárez, pero sobre todo con Morelos. ¿Acaso aprendió de los evangelios y de Porfirio Miranda? Ya se iba perfilando en discursos anteriores, pero cada vez se descara más, se quita la careta, ¡es un romántico!, ¡un socialista utópico! ¡Así no se puede gobernar México! ¡Para eso hay que ser cínico!, como el post moderno “como haiga sido” de Calderón, quien aprendió de Fernández de Cevallos. El post post moderno muñeco Matel aprendió política con los Hank, y con Salinas. ¿La Política como el oficio de servir a los demás? ¡Para nada! !Eso es romanticismo! ¡Eso es peligroso! ¿Personas honradas, bien intencionadas, haciendo política? ¿Dónde?, ¿cuándo?

Todo en la Plaza estaba fuera de lugar, El Peje, su grupo cercano, muchos de los intelectuales que dice le ayudaron a elaborar el Proyecto Alternativo de Nación, como: Arnaldo Córdova, Enrique González Pedrero, Luis Javier Garrido, José María Pérez Gay, Víctor Flores Olea, Lorenzo Meyer, Rogelio Ramírez de la O, Adolfo Hellmund, Juan José Paullada, Luciano Concheiro, Héctor Díaz Polanco, Elena Poniatowska, Laura Esquivel, Víctor Manuel Toledo, Cristina Barros, Víctor Suárez, Armando Bartra, Ignacio Marván, Julio Scherer Ibarra, Jaime Cárdenas, Jesusa Rodríguez, José Eduardo Beltrán, Agustín Díaz Lastra, Antonio Gershenson, Jorge Eduardo Navarrete, Claudia Sheinbaum Pardo, Asa Cristina Laurell, Raquel Sosa Elízaga, Martha Pérez Bejarano, Bertha Elena Luján Uranga, Irma Eréndira Sandoval, Rolando Cordera, David Ibarra Muñoz, Carlos Tello, Roberto Morales, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Vasconcelos, Luis Linares.

Algunos de éstos son muy conocidos, algunos controvertidos, otros no tanto, pero todos son googleables, ya hice la prueba, al tín-marín. Distinguidos periodistas, escritores, políticos, embajadores, investigadores de muy diversas disciplinas. Luego me pondré a revisar el producto de sus deliberaciones o reflexiones, se pueden encontrar en:
www.regeneracion.mx y
http://consultaproyectodenacion.wordpress.com/
a ver si dicen cosas sensatas.

Seguramente algunos de ellos, allá arriba y acá abajo, estuvieron en esta plaza la otra vez, cuando hubo bengalas en lugar de los poquitos “cuetones” y los raquíticos fuegos artificiales, dignos del pueblo más pobre de Oaxaca. Pero eso no le importó a los asistentes, a fin de cuentas para fuegos artificiales nos hubiéramos ido al Zócalo. Si le dedicaron el tiempo que dicen, algunos en la lista sacrificaron puntitos para el PRIDE o el SNI, algunos ya están en el tope de la escalera y da igual.

Luego los vivas, terminó con los de siempre, luego de Josefa Ortiz y Leona Vicario le siguió con otras cuatro mujeres que antes pues ni fa, nuevas heroínas rescatadas del olvido. La lista fue larga, los héroes anónimos de la independencia, los presos políticos, los desaparecidos, y como me acordé de dos o tres cuates que se fueron a la guerrilla y no regresaron o los levantaron, como dicen ahora, vivos se los llevaron y jamás los regresaron, pues se me quebró un poco el ¡viva!; siguieron los indígenas, los mineros, los obreros, los migrantes y otra vez, como tengo dos hijos a los que sólo veo una vez al año, pues con más coraje y más quebrado me salió el ¡viva!

Pero todos fuera de tiempo en esa plaza atemporal, llena otra vez de románticos, allá arriba en el escenario y acá abajo en el montón. ¡Todavía quedan idealistas! Proles, clasemedieros, profes, obreros, campesinos tal vez bajados de Milpa Alta, abuelitos con sus nietos de la mano y todos cuidando de no lastimarlos, punketos con bebita igual. En la oscuridad se veían pocos jóvenes, pero luego al terminar igual de oscuro se armó un buen goya y los del Poli estaban muy dispersos para contestar.

Al terminar, todos con gran calma, sin empujar, con mucha civilidad, de regreso en filita de hormiga nos encaminamos al metro. Me desvié un poco, a casa de un amigo que organizó una fiestecita en su depa. Más tarde, de regreso a casa, después de dos chelas y dos ricas tostadas de pata, me tope con los que regresaban de Reforma o el Zócalo, el metro se llenó de nuevo en Hidalgo y Balderas. Ahora casi todos chavos en montón, pocas familias, gente bonita, como nunca en el metro, para darse tacos de ojo. Se vació en las estaciones de la del Valle; al llegar a la estación de Coyoacán, ya se iba quedando vacío y con los usuarios de siempre. Todo mundo sonriendo, yo también; bueno, es un decir, porque iba casi solo. Los chavos y chavas felices, saltando, jugando, disfrutando el metro que nunca usan y por los fuegos artificiales, los artistas, las pantallas gigantes, tal vez hasta se burlaron de Calderón o le aplaudieron, da igual, yo también contento, porque allá en la pequeña plaza atemporal, cargada de recuerdos, a reventar de nuevo con románticos optimistas, estando todos tan fuera de tiempo y de lugar, no podía haber estado mejor la noche del Bicentenario.

ruizs@unam.mx

 

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