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6 Septiembre 2011
15diario
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Control en la pareja

Hortencia Hernández Méndez

Saltillo.- En los estudios sobre relaciones de género en el trabajo y la casa, realizo entrevistas con las mujeres y los varones para conocer el grado de autonomía de la mujer respecto a su pareja, lo que me permite observar si las mujeres que trabajan tienen más autonomía en sus decisiones con respecto a las que no trabajan fuera de la casa.

Otra variable que se ha relacionado con la autonomía de las mujeres es con respecto al grado de la escolaridad y se ha mencionado que si la mujer tiene más estudios tiene mayor libertad a la hora de tomar decisiones.

Me voy a referir a la experiencia de tres mujeres que invite a salir en distintos momentos, lugares y horarios para entrevistarlas sobre la autonomía en la toma de decisiones y aún cuando ellas mencionan que sí toman sus decisiones lo cierto es que sufren un control por parte de su pareja que constantemente las vigila:

El caso de Adela, que trabaja de contadora en un negocio y su esposo no le da dinero para los gastos de la semana. Acepta la entrevista en un restaurant a las 19 horas y platicando, nos dan las 8 de la noche. Empieza el show en el bar que está cercano a nuestra mesa y en eso entra una llamada a su celular; ella me mira y arruga la frente, los ojos se le ponen rojos y llorosos mientras contesta. Estamos en un restaurant ya vamos a terminar; y dice: si quieres, ven. Cuando cuelga el teléfono, le pregunto qué pasó y me contesta: es que dice que en dónde chingaos estoy que a qué hora llego y que qué lugar es ese, porque se escucha música, que si viene por mí o qué.

En la entrevista con una maestra universitaria quedamos de vernos a las 10 de la noche, porque ella sale de la facultad a las nueve. Paso por ella para ir al café y aún no llegamos a nuestra cita cuando su esposo, que también es un maestro universitario, le pregunta por teléfono: ¿a dónde vas? A tomar un café, contesta ella, y él le contesta: ¡ya ni la chingas!, y le cuelga.

Selene es ama de casa, tiene dos hijas y su esposo le da dos mil pesos quincenales para los gastos de la familia. Selene se queja de él, de que no le ayuda, de que se estresa mucho porque tiene que estirar el dinero y de que si sale le dice ya la vas a agarrar. Este día me comenta: las niñas se quedaron llorando y él haciendo la cena para ellas; está enojado, no se despidió y se puso serio.

Estas conductas constituyen actos de violencia de carácter psicológico por parte del varón hacia la mujer, por la presencia de agresiones verbales y comportamientos coercitivos y celosos que implican control abusivo de la vida del otro, mediante vigilancia de sus actos y movimientos, escucha de sus conversaciones, impedimento de cultivar amistades, etcétera. Nos encontramos ante un tipo de violencia “invisible” verbal activa, que atenta contra la integridad emocional de la víctima, en un proceso sistemático que produce en ella intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa o sufrimiento.

 

 


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  © Luis Lauro Garza Hinojosa