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12 Septiembre 2011
15diario
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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Gobernar sin política pública
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- La acción de gobierno se vuelve nula cuando se pone toda la fe en las fuerzas del mercado. El enfoque neoliberal que ha orientado a los gobiernos mexicanos en los últimos lustros explica en buena parte el que se gobierne sin políticas públicas.

Un investigador de la Universidad de Harvard de visita en nuestro país acaba de señalar que el gobierno mexicano carece de una política industrial.

El académico Dani Rodrik insistió en que México requiere, como lo hacen los países asiáticos, políticas industriales de cambio estructural, que desplacen los empleos a actividades más productivas y mejor remuneradas por su alta productividad.

Indicó que en México hay crecimiento económico, pero concentrado en sectores de baja productividad, como las ventas al mayoreo y menudeo, en el sector agropecuario y sobre todo en actividades de la economía informal.

La economía mexicana funciona muy lejos de un mercado de competencia. Las actividades estratégicas son dominadas por monopolios y éstos no operan ni responden a las señales del mercado. De allí que se producen distorsiones en los precios de los insumos y de las mercancías.

A pesar de que la economía mexicana no funciona bien los funcionarios están convencidos de que deben ser los actores privados y los inversionistas los que decidan en qué y cómo invertir.

En estas condiciones, el gobierno deja de ejercer su obligación y facultades para orientar el desarrollo del país.

Con esta filosofía de gobierno no nos debe sorprender que el rumbo y ritmo de la economía mexicana lo dicten los inversionistas y comerciantes de las economías dominantes a nivel internacional.

El gobierno mexicano busca ser funcional en el orden internacional y por ello subordina sus decisiones de política monetaria y fiscal a los lineamientos de organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

El control de la inflación y del endeudamiento externo, así como el régimen de flotación de la moneda mexicana, son la mejor garantía que se puede ofrecer a los financieros internacionales de que el gobierno mexicano se disciplina y no será factor de inestabilidad.

De allí que para el gobierno de México el hecho de que la mitad de la población viva en la pobreza o que el desempleo afecte a millones de mexicanos no se ubica como un problema de primera prioridad o como un resultado de las políticas de gobierno. Al revés, la estabilidad financiera se ubica como precondición para una recuperación económica en un futuro impreciso.

La referencia que más le interesa al gobierno es el dato de las reservas monetarias internacionales ─“el blindaje”─; si están subiendo, qué bien, y además si alcanzan cifras históricas, mejor. Igual, lo más relevante es que la tasa de inflación se mantenga baja y lo mismo ocurra con la tasa de interés.

El gobierno mexicano cumple así puntualmente con los lineamientos de los organismos financieros internacionales.

No importa qué es lo que se produce o se deja de producir. Tampoco preocupa si la tasa de crecimiento del PIB es más alta o más baja, lo que importa es la estabilidad financiera.

Si hay insuficiencia en la producción interna de algún producto, no se reflexiona sobre la posibilidad y conveniencia de producir aquí lo que demanda el mercado interno, se opta por la importación y sanseacabó.
Es el momento inmediato lo que se privilegia, no hay planeación ni orientación para el futuro.

Se trata de exportar lo que se pueda e importar lo que se necesite, sin ninguna dirección ni visión a largo plazo.

Por ejemplo: las importaciones crecientes y multimillonarias de hidrocarburos refinados no han sido acicate para el gobierno para construir una nueva refinería. Proyecto que está aprobado desde hace años.

Pero así como no hay una política industrial, tampoco hay una política agropecuaria o una política energética; se toman decisiones en función del corto plazo. De lo de hoy para mañana. Se pone más atención en los puntos del sube y baja cotidiano de la Bolsa de Valores, casi como si fuera un oráculo.

Así, todo se vuelve crítico, como no se actúa de conformidad a un futuro deseable, tampoco hay elementos para prevenir y tomar precauciones. La novedad o catástrofe de cada día nos toman por sorpresa y así se reacciona, solamente se reacciona.

Es la aparente paradoja de que se ejerce una forma de gobierno sin aplicar políticas públicas.

 

 


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  © Luis Lauro Garza Hinojosa