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12 Septiembre 2011
15diario
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ANÁLISIS A FONDO
El Cordero en su laberinto
Francisco Gómez Maza

Le preocupa el PRI
Claro, el PAN no la hizo

Ciudad de México.- Ernesto Cordero, a quien los analistas, periodistas y observadores califican como “el delfín” del presidente Felipe Calderón para sucederlo en la presidencia de la república, se manifestó ayer preocupado por la resurrección del Partido Revolucionario Institucional, el cual, con el ahora ex gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, marcha a la cabeza en las preferencias electorales de los votantes mexicanos.

Y no es para menos. El partido del ex secretario de Hacienda y Crédito Público perdió, por el momento, la mayoría de las simpatías ciudadanas por múltiples motivos; no sólo por el incremento de la violencia criminal de las bandas de narcotraficantes.

Cualquier panista consciente tendría que estar preocupado ante la fuerza que ha recuperado el PRI, después de once años de panismo conservador en la casa presidencial de Los Pinos. Llegaron los panistas con Vicente Fox Quesada a la cabeza, como esperanza de cambio para digamos la mitad de la población mexicana, cansada de poco más de 70 años de gobiernos “revolucionarios”, de la corrupción y la impunidad, pero con los gobiernos panistas las cosas no sólo no cambiaron, sino que empeoraron.

En cinco años de mandato del presidente Calderón, México se volvió guarida de narcotraficantes, asesinos, secuestradores, mata periodistas, traficantes de personas y una de las sociedades más inseguras del mundo.

Los niveles de vida de los ciudadanos se deterioraron exponencialmente. La pobreza creció como un cáncer y la educación escolarizada llegó a niveles preocupantes de mediocridad.

Obviamente que muchos ciudadanos rechazan ahora lo que un día lejano de 2007 constituyó su esperanza para los más atemorizados. Cansados de gobiernos priístas, los mexicanos creyeron que Vicente Fox Quesada haría la diferencia. Y luego se dividieron. 15 millones votaron por el PAN. 15 millones lo hicieron por lo que hace seis años era la izquierda, representada por Andrés Manuel López Obrador. Pero “ganó” Calderón, aunque “haiga” sido por medio voto.

El señor Cordero, quien realizó ayer su primer acto de “campaña” al interior de su partido, a fin de imponerse en las preferencias de sus correligionarios para ser “nominado” candidato presidencial, tendrá que tomar en cuenta dos situaciones definitorias:

Primero: que las mayorías panistas no lo ven como su candidato. Que por el momento prefieren a la diputada Josefina Vázquez Mota, seguida por el senador Santiago Creel Miranda.

Segundo: que si resulta nominado candidato tendrá que convencer a la ciudadanía de que realmente es una alternativa, no ante el pasado priísta, que él rechaza y contra el que está decidido a luchar, sino ante el pasado inmediato panista que destruyeron Fox Quesada y Calderón Hinojosa. Ambos tuvieron la oportunidad de “posicionar” al PAN como nueva “dictadura perfecta” para México y la desaprovecharon.

Estas dos realidades son las desventajas, casi insalvables, del señor Cordero. La mayoría de los mexicanos está cansada de once años de panismo, equivalentes a 70 años de priísmo. Y no están dispuestos a volver a darle su voto a un representante de la derecha.

En estas condiciones, el PRI se ha fortalecido. Más vale malo por conocido, que bueno por conocer, argumentan muchísimos mexicanos. Ya lo sabemos, se oye decir en las consejas públicas. Los priístas son ladrones, pero “saben robar”. Van dejando en el camino. Roban con los dedos abiertos. Los panistas son avorazados. No dejan nada más que obras mal hechas o que sólo benefician a los ricos.

Tan malo el azul como el colorado. Pero, es menos malo el colorado.

Así, el señor Cordero no va en caballo de hacienda. Tendrá que realizar un cambio radical tanto en el discurso como en la manera de comunicarlo a los mexicanos. Pero si sigue tratando de convencer que con 6 mil pesos puede vivir cómodamente una familia, o que la economía está “blindada” frente a las inclemencias del huracán de la crisis global, debe repensar muy seriamente su decisión de “servir” a México desde la presidencia de la república.

Peña Nieto, apadrinado por el “innombrable” Carlos Salinas de Gortari, ex presidente que cuando fue mandatario puso a México en las fauces del neoliberalismo económico, lleva todas las de ganar, por el momento, por su imagen de priista joven, una especie de Luis Donaldo Colosio aggiornado. Les cae bien, como dicen los chiapenses. Y no le hacen mella las campañas sucias que quieren presentarlo como apéndice del grupo de los Hank, de rancia prosapia corrupta.

Es por el momento el ex gobernador del estado de México la esperanza de muchos mexicanos. Pero nadie puede hacer a un lado a López Obrador, aunque no figure como ganador en las encuestas. Le siguen millones sobre todo de desheredados del priísmo y del panismo. Da miedo a los panistas y a los priístas.

Así que Cordero tendrá que bregar fuerte en todos sus frentes: en el seno del PAN, en donde cuenta con la bendición de Calderón, pero no con la de la mayoría; y hacia afuera, con Peña Nieto y López Obrador, hoy por hoy las cartas fuertes en las que pueden poner sus simpatías muchos mexicanos.

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