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899 5 Octubre 2011

FRONTERA CRÓNICA
Rosa violenta de los tiempos
J. R. M. Ávila

Monterrey.- En los últimos días he escuchado voces que provienen de todos los rincones a los que apunta la rosa de los vientos: voces en peligro, voces curiosas, voces que exhortan, voces temerosas, voces que advierten, voces que señalan, voces que acusan, voces confundidas, voces sanguinarias, voces hartas.

Voces en peligro. Una mujer le dice a su vecina: “Juanito anda en la plaza hablando en su celular, ¿por qué no le dice que tenga cuidado? ¿No ve que pueden confundirlo con halcón?”. En eso entra Juanito, de catorce años, y le dice: “A ver si ya deja de andar chismoseando de mí o la mando desaparecer”.

Voces curiosas. “Papá, ¿por qué los soldados bajaron del carro a esos muchachos y les están apuntando con sus rifles?”. O también: “¿Por qué ya no están en el crucero los agentes de tránsito que apenas regresaron el jueves? ¿Será porque llegó el ejército?”

Voces que exhortan. “Tú que tienes el poder de la pluma, ¿por qué no escribes de lo que está pasando en mi pueblo, que la gente se está yendo porque ya no aguanta tanto secuestro y nadie dice nada, ni en el radio, ni en la tele, ni en los periódicos?”.

Voces temerosas: “Estoy muy nerviosa. A mi hijo trataron de asaltarlo y, en lugar de bajarse del carro, se fue sin hacerles caso a los asaltantes. Y ni modo de aconsejarle que no lo haga, si a su primo ya le pasó que les entregó su carro y como quiera lo mataron”.

Voces que advierten: “Ten cuidado con lo que escribes, ¿no ves lo que les ha pasado a periodistas que aparecen muertos y mutilados? Mejor escribe de los equipos de fútbol o de lo bonita que se ve la luna en octubre, pero no te expongas”.

Voces que señalan. “El domingo pasaron unos soldados repartiendo tarjetas con números telefónicos a donde puedes llamar para denunciar, pero no coinciden con los números telefónicos del ejército que salieron en el periódico”.

Voces que acusan: “Pero toda la culpa la tienen Calderón y los políticos. A ver, ¿por qué ni a ellos ni a sus familiares les tocan un pelo, ni los amenazan por teléfono, ni los secuestran, y si los llegan a pescar en una movida les creen cualquier mentira?”

Voces confundidas: “Lo bueno es que ya se están arreglando las cosas, al rato hasta nos vamos a reír de lo que ha sucedido”. O al contrario: “Yo ya no voy a seguir estudiando, ¿de qué sirve, si mis primos que estudiaron no encuentran trabajo? Mejor me pongo a trabajar de halcón y saco más lana”

Voces sanguinarias: “Yo no sé para qué hacen tanto cuento de que pescan a los malos y que los presentan y que los arraigan. Lo que habían de hacer es matarlos de una vez para que ya no vuelvan a lo mismo”.

Voces hartas: “Ya estamos hasta la madre de la palabrería de los políticos y encima vienes tú con más palabras que nada solucionan. Puede ser cierto cuanto escribes, pero no dejan de ser palabras. ¿Por qué no propones algo para que esto ya no suceda?”.

Todo lo he escuchado en menos de una semana.

Da la impresión de que cualquier cosa que escriba disgustará a algunos y gustará a otros pero la opinión jamás será unánime.

Por eso, esta vez
prefiero consignar nada más lo que he oído,
para que al menos estas voces no se pierdan en el olvido,
aunque sólo sean palabras
que ahora andan poblando
la rosa de los vientos.

 

 

 

 

 


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© Luis Lauro Garza Hinojosa