Suscribete
917 31 Octubre 2011

Miedo al plomo y débil ante la plata
Maricela de la Toba

Monterrey.- En ocasiones hacemos comentarios desde nuestras trinchares, desde nuestras propias reservas, desde la oculta madeja de emociones personales, y los resultados son andrajos de nuestros orgullo, soberbia, ignorancia, de nuestras corazas y no como resultado del encuentro de lo nuestro con el análisis sincero, abierto, que el escritor nos ofrece.

Digo esto porque he visto cómo en innumerables ocasiones  en la presa o en la televisión alardeamos, y presumimos de los mexicanos que han sobresalido o destacado en el extranjero, ya sean estos en el campo de la ciencia, el deporte, o el cine, es triste ver cómo nuestro sistema hace caravana con sombrero ajeno, cuando no ha sido este el proveedor de las herramientas y los elementos para que esta persona haya llegado al alcance de sus sueños, como así sucede con muchos, con miles otros mexicanos, niños, jóvenes, hombres y mujeres.

Nosotros, estos que tenemos la oportunidad de estar escribiendo frente al monitor, los que contamos con medios y “oportunidades”, los que leemos tantas notas como esta en el Internet u otro medio, seguramente, aunque no lo creemos, somos un porcentaje muy reducido de ciudadanos; vivimos sin duda en un burbuja, caminamos por los mismos malls, transitamos las mismas calles, tenemos círculos sociales afines, nos distinguen las modas, las escuelas privadas de nuestros hijos, los autos en los que nos movemos de una copiosa colonia privada a otra, los restaurantes y los eventos sociales a los que asistimos, las comodidades con las que contamos a diario; que a veces nos impide reconocer lo que pasa más allá de nuestras fronteras invisibles, remarcadas tan sólo por el falso sentido de seguridad que nos da un trabajo o el dinero.

Es esa ceguera permanente, o hay algo que nos hace ver sólo lo que es evidente, la raza, el color de la piel, el origen humilde del deportista, el actor, o el científico. Y el sistema, mediante los medios de comunicación, nos hacen vivir de glorias pasadas, y ajenas, porque ni siquiera son realmente nuestras, ocultando astutamente todo aquello que no es evidente, como el esfuerzo al que se enfrentó tal personaje para llegar al logro de sus metas, la constancia, su determinación personal, los elementos, económicos, sociales, académicos y emocionales que intervinieron para que esto sucediera y que le fueron dados por otro país. ¡No los vemos! Los minimizamos  e ignoramos, o lo que es peor, disimulamos la ausencia de estos en un nacionalismo (hasta eso, mal entendido), siendo aprovechado desvergonzadamente por nuestro sistema para estimular a los jóvenes y a los niños, para hacernos creer que el “gobierno trabaja”, de que se pueden lograr las metas y que el color de la piel no es un obstáculo para ellos.

El gobierno podrá manipular a los indígenas, a los
marginados, a los indigentes, a la clase cada vez más empobrecida, a la que se le han saqueado sus reservas, a la periferia social que carece de toda clase de garantías y oportunidades, sin poder distinguir la realidad de la mentira; para los que su pobreza no es más que un espejo en el cual reflejan las tristes gesticulaciones de su vida, ausencias, deterioro,  erosión, represión, abandono, que es pan de cada día que escupen y tragan, que  marca su frente y que al mismo tiempo los paraliza.

Pero habemos otros, esta afortunada minoría que nos sentimos perturbados y asqueados de ver cómo se manipula la realidad y se disfraza.

Invito a quienes no estén de acuerdo con este artículo, a que se lleven a sus hijos a cualquier ciudad del país, que escojan entre el estado de Puebla, Hidalgo, San Luis o Chiapas; o bien, a la tierra de donde vengo, Baja California Sur; o para qué irnos tan lejos, a alguna escuela en García; y que los inscriban en alguna escuela de gobierno, y les hagan creer que serán astronautas, ingenieros de la Nasa, científicos de National Geographic.

Y a los de la burbuja social intermedia, que no somos ni de aquí ni de allá, ¿cuándo dejaremos de temerle al plomo y ser débiles ante la plata?; ¿cuando reconoceremos las necesidades de las clases más desprotegidas y el avaricioso ultraje y la injusticia del rico y poderoso?; o más bien, ¿cuándo dejaremos de ser indiferente, en estoica contemplación, aceptación, complicidad ante la evidente caída de esta sociedad que nos pertenece y que sistemáticamente y con alevosía nos engaña con sus ideas rotas y falsas?
                                                                                     
Es triste ver cómo esta mediana sociedad busca al opresor, al saqueador, al mentiroso, al político corrupto, al asesino, en añoranza y ostentación de un trozo de su poder y su dinero. Con elevado orgullo presume de su amistad o compadrazgo. Son deprimentes los sentimientos y el compromiso social desquebrajado en el interior de cada individuo, cuando escuchamos frases como: “no sé qué me da más coraje, si ver cómo los políticos saquean y se hacen más ricos, o no pertenecer a su élite”. Esta inmovilidad que nos caracteriza, es también de vértigo, porque parece gustarnos la cultura de vivir siempre al pie del barranco, pensando que mientras no seamos nosotros los que caigamos, no pasa nada. Sin duda, somos desvergonzados espectadores del crimen.

Al final es la vida diaria, el diario acontecer de todos, media vida y muerte a medias para muchas mexicanos, ocultos, amilanados, resignados, disimulando constantemente (como escribiera Octavio Paz), disimulando hasta cuando tomamos el camión o la pesera, o escogemos los cada vez más decadentes tomates en el mercado, o dejamos a nuestros hijos en escuelas oficiales, a pesar de saber que no reciben la educación que merecen, ni llegarán a ser astronautas, o campeones mundiales, como lo escucharon en la televisión. Seguimos disimulando, al menos mientras estemos en este país donde la oportunidad sólo existe en carteles grandes y con colorcitos nacionalistas estúpidos que sólo enmascaran la triste realidad.

Compartamos con valor la profunda forma de ver las cosas, más allá de la apariencia.


¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

Colegio Civil

UANL

La quincena

quincena90

quincena90

quincena89

quincena89

15diario.com