OPINIONES DE UN PAYASO
LA LEYENDA
DE JUSTO FERNÁNDEZ
Luis Valdez

I
En la salida de Xalapa, rumbo a Veracruz Puerto, hay una colonia que viene siendo como la colonia del Valle en San Pedro. O sea, pura gente fina. Aquí estaban los cafetales de don Justo Fernández, hombre de dinero que según las habladurías tenía pacto con espíritus que le aconsejaban sobre las acciones más pertinentes. Por ello, el tipo comenzó a vender terrenos desmontados a familias adineradas de la región. Esta colonia tiene por nombre “Las ánimas”.
Una de las peticiones de don Justo Fernández, fue que al morir no sepultaran ni incineraran su cuerpo. Que con pleno uso de la taxidermia trataran su cuerpo para conservarlo, dejándolo en su casa, sentado en la sala o en el despacho donde tantas veces llevó las cuentas de su producción y venta de café.
Y cuentan también que por las noches lo sacan en un carruaje, sentado en la parte trasera, acompañado sólo por los caballos y el conductor. A esas horas, tajando los bloques de neblina que hay en esta zona desde las once de la noche, contempla su territorio. El lugar que cimentó y no piensa dejar jamás.

II
Leyendas así son las que me mantienen en un lugar, como la de la Laguna del Carpintero en Tampico, o la de los Chaneques en Mérida. Confío más en estas leyendas para conocer a los habitantes de un lugar (sus miedos, su historia, incluso su avaricia) que una conversación de café. Cada pueblo tiene sus fantasmas y monstruos. Estoy harto de escuchar que en cada Y griega se aparece un jinete sin cabeza sobre un caballo negro. Me molesta que me cuenten sobre la mujer joven que escapó de casa para irse a un baile y resultó que bailaba con el diablo. Todavía tolero un poco al Hombre Pájaro y al Chupacabras.
Esperemos nuevos monstruos. Los necesarios para que seamos honestos y nos demos a conocer por medio de nuestras leyendas y no sólo en los anuncios clasificados para adultos.

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