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978 24 Enero 2012

ANÁLISIS A FONDO
El síndrome del avestruz
Francisco Gómez Maza

Violación de derechos humanos
La política de negar la realidad

C
iudad de México.-
Por enésima vez, el gobierno del señor Calderón emplea la política del avestruz, esconder la cabeza en la arena, ante las serias denuncias de violación de los derechos humanos en México.

En lugar de aceptar que Human Rights Watch (HRW), organización especializada en la defensa de los derechos humanos en el mundo, pudiera tener razón en sus señalamientos de que las fuerzas militares y policiacas violan los derechos humanos en la guerra contra el narcotráfico, el gobierno mexicano rechaza tajantemente la denuncia.

HRW alertó el domingo sobre las evidentes violaciones a los derechos humanos en la guerra contra el narcotráfico, acusando concretamente a las fuerzas policiacas y militares, e inclusive explicó que los militares no están preparados para realizar labores policiacas. Esta es una verdad evidente que no necesita demostración.

Con motivo de la publicación del informe, la directora de comunicación de HRW, Emma Daly, dijo que la organización tiene "datos que demuestran que la violencia ha aumentado horrorosamente en México en los últimos años, y que no hay un sistema para juzgar a los militares de forma que haya justicia".

La ONG indicó también que los esfuerzos de las autoridades mexicanas para combatir el crimen organizado han desembocado en un significativo aumento de los asesinatos, la tortura y otros abusos de las fuerzas de seguridad.

Además apunta a que, en general, el sistema judicial mexicano "fracasa en hacer justicia a estas víctimas de crímenes violentos o violaciones de derechos humanos".

En el diario sufrir las consecuencias de una guerra a muerte contra las bandas del crimen organizado y el narcotráfico, son evidentes los incontables actos violatorios de las garantías individuales.

Es explicable que militares y policías actúen motivados por el calor de la violencia y cometan excesos. Son seres humanos sujetos a error. Cientos de casos de violaciones son documentados diariamente por los medios de información. Las comisiones defensoras de los derechos humanos, encabezadas por la Comisión Nacional, los tienen registrados.

Es prácticamente imposible para el gobierno federal y para los de los estados controlar a policías y soldados, que actúan en estado inconsciente y no tienen miramientos al detener a sospechosos de estar involucrados con el crimen. Esto es entendible, aunque no justificable.

Todos los días se publican infinidad de denuncias de familiares de desaparecidos forzadamente, de detenidos arbitrariamente, de torturados, e incluso de asesinados por error. Algunos casos se conocen por la tenacidad de los afectados en que se aclaren. Muchos nunca llegan a las páginas de los periódicos, ni menos a un escritorio del ministerio público.

Lo más congruente sería que el presidente de la República aceptara tan sólo la posibilidad de que, en la persecución de los integrantes de las bandas criminales, no se respetaran las garantías individuales, o hubiera muchos “daños colaterales”.

Independientemente del juicio de esa organización, es evidente la violación sistemática de los derechos humanos. Soldados y policías no son damas de la caridad cuando detienen a un sospechoso de estar ligado con el crimen organizado.

Pero la Secretaría de Gobernación, sin un dejo de humildad, reacciona ante la denuncia, lo cual es también entendible. A qué gobierno le agrada que lo evidencien como represor.

La Secretaría de Gobernación es tajante: “el trabajo del personal del Ejército, Fuerza Aérea mexicanos y Marina Armada de México, en el combate al narcotráfico y delincuencia organizada, se desarrolla en estricto apoyo a la estructura de seguridad pública”.

Además, afirmó Gobernación, “el actuar del personal es apegado a derecho y con pleno respeto a los derechos humanos, anteponiendo de manera permanente la seguridad e integridad de la población”.

La Segob detalló que se ha implementado una serie de acciones en la presente administración para fortalecer la cultura de su respeto a los derechos fundamentales, destacando entre otras.

De acuerdo. Sí se han creado instancias para vigilar el tratamiento a los derechos humanos. Pero tales instancias son rebasadas por la realidad dolorosa e indignante. Con que se hubiera dado hasta hoy una sola violación de los derechos humanos sería suficiente para reclamarle al señor Calderón. Y han sido cientos de casos los conocidos. ¿Y los que quedan en el anonimato?

analisisafondo@cablevision.net.mx

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