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1030 5 Abril 2012

CRÓNICAS PERDIDAS
La mejor excusa
Gerson Gómez

Monterrey.- Se me hace que ya no pasa el camión, dijo, cuando acercó el carro a la banqueta. Quizá tenga razón, pensé, pasan de las diez de la noche. Papá se enoja cuando llego después de esta hora. Carajo.

En el último de los casos puedo irme caminando, sólo cuatro colonias de distancia. Lo malo es que está muy oscuro.

Había cenado en casa de mi novia. Por lo menos el estómago está lleno.

Estoy bien, contesté.

Llevaba casi cuarenta minutos esperando el colectivo. La ciudad, a cierta hora desaparece, es fantasma. Encerrados observan desde la salas el televisor con las noticias.

Se me hace que vamos por el mismo rumbo, insistió, después de encender la luz interior, para que lo viera.

No creo.

Es miércoles. Fuimos al cine de dos por uno. La película se extendió. Ahora estoy en plazos pagando las consecuencias.

Mira, me voy a detener, cinco minutos, si no pasa, te doy un aventón; ¿te parece?

La calle es libre, yo creo que sí pasa. Mejor no pierdas el tiempo y no gastes gasolina.

Por cierto, ¿cómo te llamas?

René, le mentí, como también pudiera ser Eros, Aries o Kuala Lumpur.

¿Cómo es que se te hizo tarde? ¿Estudias o trabajas? Estudio, respondí, en casa me han enseñado a no ser grosero, también a no hablar con extraños.

¿En la universidad, supongo? Asentí.

Demonios, este tipo no se va, nadie llega a la estación para acompañarme. Sólo falta que comience a llover o se oscurezca el cielo con neblina del estilo Londres.

¿Qué música te gusta? Trataba de sintonizar una estación, percibí

La que sea, contesté. Volví a mentir, no me agradan nada las cumbias, soy rockero.

Puso una canción que hablaba de dolor y de amor. Claro, con estilo cumbiero. Eso cayó como patada de mula.

Vamos, ya pasaron los cinco minutos. Te llevo.

Ya me dio flojera esperar, la alternativa de caminar se esfuma.

Subo. Pongo el cinturón de seguridad.

Tú me guías, menciona. Dale todo derecho. Síguele. Vamos a pasar los rieles, luego el cine, más adelante el mercado, en el siguiente semáforo das vuelta a la izquierda con precaución.

René, ¿tienes novia? Afirmé; vengo de casa de ella. Se te hizo tarde, ¿verdad? Quiero que la tierra me trague. Voy mirando por la ventanilla.

Lo bueno de manejar a esta hora es que el tráfico es fluido, me dice; por cierto, me llamo  Mattew.

¿En inglés?, ahora le pregunto yo.

Sí, mi padre es irlandés. ¿Y a qué te dedicas?, le preguntó, interesándome falsamente.

Soy licenciado en administración de empresas, trabajo en adquisiciones del gobierno del estado, aquí está mi gafete colgado, en el espejo retrovisor.

Mucho gusto, le digo, sin voltearlo a ver.

Ya voy a dar vuelta, ahora para dónde, pregunta.

Son cuatro cuadras, y te sigues derecho.

Por cierto, ¿a dónde ibas antes de encontrarme?

Ya de regreso a mi departamento, contestó, por el rumbo del Tecnológico.

Entonces, ¿no tenías vuelta para el norte de la ciudad?

Me pareció que estabas muy solo en la esquina, esperando el camión, pensé, se me hace que ya no alcanzó camión. Di la vuelta en u y te abordé.

Ah, contesté.

Por cierto, me dio sed, ¿quieres que lleguemos a comprar unas cervezas?

Claro, estaría con madre.

Se detuvo en la avenida. Lo esperé en el carro mientras descendió para comprarlas.

Fue el momento ideal para salir corriendo. Estoy seguro que es joto y me quiere coger. Jamás seré descortés, ni me gustaría que jugaran conmigo. Eso sería políticamente incorrecto y carezco de prejuicios, aunque sea buga.

Las cuatro cuadras y media corrí en tiempo record. Busqué las llaves en la bolsa del pantalón, del lado derecho. Volteaba para atrás, para ver si me siguieron. Nada. Sólo silencio.

Abrí el candado despacio. Luego la puerta. De la manera más delicada.

Desde el fondo de la habitación, mi padre gritó: ya te he dicho que no te vengas tarde de la casa de esa muchachita, es muy peligroso. Mucho malandrín en la calle. Carajo. No te pongas en el tocadero, porque luego te toca.

Desde la ventana que da a la calle, sin descorrer la persiana, a oscuras, con la luz mercurial, vi cuando Mattew en el vehículo, pasó a baja velocidad, buscando el lugar donde me metí.

 

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