CRÓNICAS PERDIDAS
Ahorcado en deudas
Gerson Gómez
Monterrey.- Ahora bien, la dirección ofensiva de mis necesidades ha llegado a su tope. Estoy completamente ahorcado en deudas.
Las tres tarjetas, hasta la del expendio de cerveza, presentan saldo vencido.
La única manera de salir de esta honda crisis es robando la parroquia de la comunidad. Es muy simple.
Los jueves por la tarde, el sacerdote atiende las últimas confesiones a las seis de la tarde.
Cierra el templo, las oficinas y echa candado doble en el área del vino de consagrar.
Las limosas semanales se quedan hasta el viernes por la mañana, cuando los responsables de recaudación, pasan a cambiar las alcancías.
Los jueves por la noche, el sacerdote va a cenar a casa de su madre. A visitar a los familiares y besar a sus sobrinos en la frente.
Estará todo libre y desocupado por tres horas. Hasta el regreso.
Mínimo se juntan de diez a quince mil pesos.
Entraré por la ventana del sanitario, puedo hacer el ruido necesario.
Después de doblar y desprender las varillas, me deslizaré al interior.
En las cuatro esquinas en la nave del templo se encuentran las ánforas. Con un promedio de quince minutos en promedio en el forzado da un total de una hora.
Listo. Pulcro y en silencio. La iglesia jamás pierde. Dios les dará más.
Con esos ingresos no auditados y completamente imprevistos, pago el mínimo y salvo a mi familia del embargo.
Hasta nos alcanza para ir a cenar.
Me preocupa un poco, solamente, el sistema de seguridad autorizado por el Vaticano.
Un androide con la figura animada, fabricada en cera rígida con el cuerpo del Papa Juan Pablo II.
Dicen tiene la capacidad de olfatear y seguir el dinero ingresado en las alcancías.
Guarda en el disco duro las series de los billetes y las numeraciones de las monedas.
Todo un avance tecnológico basado en la memoria prodigiosa de miles de servidores al servicio del Vaticano.
Con el GPS puede guiar a los investigadores encargados del asunto, con rapidez inaudita, auxiliado por el sistema satelital y fotográfico, de la identidad de los perpetradores del atraco.
Ojalá y sólo sea una forma de persuadir a los necesitados en este país lleno de pobres. Una falacia de situaciones polémicas.
Moriría de miedo el abrir la puerta de la casa y encontrarme de frente con la estatua de cera móvil del difunto Juan Pablo II diciéndome: México siempre fiel.
Y al señalarme como el responsable del hurto en la parroquia de la colonia.
