Apuntes sobre El Activista
Lylia Palacios Hernández
“Los grandes ojos de la infancia que todo se comen, imperturbables, sin parpadear, veían como se aproximaba la mayor de las vecinas”.
“El niño de ocho años, desde el fondo de su patio, observa cuando llegan las otras dos hermanas de la casa vecina para bañarse junto a la que ya lo hace. Las jóvenes se quitan la ropa con naturalidad, susurran entre sí, miran de reojo hacia donde está el niño agazapado entre los setos de laureles, y hacen explotar sus risas de jovialidad…
“Su mundo es ese huerto infinito rodeado de laureles y mujeres hermosas… afuera de la casa materna, está en verdad otro mundo…”
“…cuando yo salía a la calle de nada me servía ni el inglés ni el español porque en la calle era chicano”.
“Chicano es una voz náhuatl (xicano) usada antes por los blancos de manera despectiva para describir a los mexicoamericanos, el Movimiento la retoma y reivindica el reconocimiento de su diferencia, de su diversidad cultural, y hace de sus orígenes indígenas una bandera de lucha”.
Monterrey.- De esta manera decidió Raúl Caballero García escribir “El Activista”, la “biografía reporteada” de José Ángel Gutiérrez, fundador del Partido Raza Unida, el “único partido fundado por mexicanos, entre mexicanos y para impulsar a los mexicanos en Texas”.
El inconformismo organizado de Gutiérrez contribuyó a darle vida al movimiento chicano en la década de 1960, y conquistar espacios de representación popular en su ciudad natal, lo que visto en el tiempo histórico, es parte de los antecedentes de los derechos civiles que poco a poco conquistan los mexicoamericanos.
Cada quién decide qué hacer con el material de investigación que tiene en sus manos y Raúl en su extensa entrega de 488 páginas, nos mete en ese vaivén, en un ritmo que nos acerca a la construcción lúdica, erótica, rockera, camorrista, briaga, decepcionada, política… del activista, apostándole a mostrarnos esa terrenalidad que tanto nos acerca al personaje; pero también nos lleva, con amplio conocimiento documentado y clara exposición, a conocer la historia de discriminación y ausencia de derechos civiles de negros y latinos en Estados Unidos, como de sus numerosas organizaciones y experiencias en la exigencia de esos derechos. Son los años 60 y es el marco de formación política de nuestro activista.
Al leer este libro experimenté cierta vergüenza, me dije: tan cerca de los mall de McAllen y Laredo y tan lejos de nuestra historia transfronteriza. Sí, José Ángel nace en Crystal City, pequeña ciudad formada por migrantes jornaleros agrícolas. Su nombre se suma a una larga lista de luchadores sociales y políticos que han protagonizado la exigencia organizada por derechos civiles y políticos de ese mar de mexicanos, que desde la anexión territorial en 1848, hasta nuestros días vive en Estados Unidos. Hoy con el libro que nos entrega Raúl Caballero, José Ángel deja de ser un desconocido para muchos de nosotros.
La rica narrativa e información que nos brinda el autor hace difícil sintetizarla en pocas palabras, por lo que me concentraré en destacar algunos elementos que espero los convenza de la buena lectura que podrán hacer:
El Activista cumple con los elementos básicos de toda buena biografía, con amplitud podemos conocer desde su vida familiar y raíces mexicanas, hasta los vericuetos amorosos del joven José Ángel. Es muy interesante recorrer su trayectoria escolar llena de obstáculos por su condición latina, derivando en su convicción de ser abogado. Gutiérrez se doctoró en Ciencia Política.
Todo el libro está salpicado de anécdotas narradas por el propio biografiado. Algunas tan simpáticas como ilustrativas, como la decisión en la prepa de meterse al taller de declamación, como alternativa para salvarse de los madrazos que recibía él y todos los mexicanos que estaban en el equipo de futbol americano escolar. Esa decisión, también alentada por la perspectiva de estar cerca de las “güerotas”, será la primera escuela de formación y preparación de José Ángel: afinar el verbo, conocer los públicos, dominar el espíritu bravucón, hasta convertirse en un excelente y hábil orador.
La discriminación por ser mexicano, el libro nos la pone muy cerquita. Sus hojas se llenan de los agravios contra la “raza”, como migrantes, como trabajadores, como ciudadanos. Aunque también narran las frustraciones de José Ángel al ver el espíritu conformista y agachón de muchos mexicanos frente al poder gringo, lo que inmediatamente me recordó lo que Pablo González Casanova analizó en los años 60 sobre el pueblo marginado en México, el que aprendió a lo largo de su historia de exclusión que le sale más caro rebelarse que aguantarse. ¿Cómo culparlos, de tener adormecido el orgullo y la dignidad?
Raúl Caballero narra, describe y da voz a este líder carismático que crece identitariamente frente a la segregación étnica, logrando sumarse a los ideales de otros hombres y mujeres que serán sus compañeros de lucha y vida; nos ofrece un testimonio del largo camino de avances y tropiezos, de represión y valentía que encierra toda conquista política; el libro condensa luchas de mayor extensión territorial como la de César Chávez y el movimiento por los derechos de los campesinos migrantes; el multifacético movimiento de los negros desde Malcom X, Martin Luther King, Las Panteras Negras y todo ello en el contexto de la guerra contra Vietnam.
Finalmente, el libro nos narra-informa la trayectoria igualmente abigarrada en cuanto a expresiones culturales, musicales, literarias, políticas del movimiento chicano, del que el Partido de la Raza Unida fue un producto que supo cómo organizar una comunidad y mostrar que los derechos no caen del cielo sino que se conquistan.
Leer El Activista no es sólo conocer la trayectoria de un personaje que hoy sigue en la lid desde la academia; es acercarnos a recuperar la historia desde abajo, desde los escondites de la historia social, a fin de cuentas la historia de todos nosotros. Gracias a Raúl y ojalá continúe esta línea de investigación sobre nuestros “héroes” contemporáneos, esos de carne y hueso que más nos gustan.
