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1350 28 Junio 2013

 

Politránsito, mordida o bala
Hugo L. del Río

Monterrey.- Fusionar Policía y Tránsito es un error del tamaño de un portaviones gringo, y nos va a costar sangre, sudor y lágrimas. La pregunta es obligada: ¿Quién gobierna a Monterrey:Arellanes o el almirante?

La propuesta de convertir a los tránsitos en policías tiene un claro origen castrense. No creo que doña Margarita nos haya salido con esa iniciativa: lo suyo es grillar contra los panistas que son sus adversarios. No le quedan tiempo ni energías para otra cosa, aparte de entregarle las llaves de Monterrey a Dios.

En los ejércitos de Aire, Mar y Tierra encontramos todas las manifestaciones, hechas carne y de uniforme, de la naturaleza humana. Algunos militares, y no son pocos, confunden a la sociedad con el cuartel o el buque de guerra. La concepción del politránsito es una pifia que costará vidas y sufrimiento.

Bueno, hasta Minerva Martínez, quien está becada para cobrar como titular estatal de Derechos Humanos, se da cuenta del equívoco del hombre de mar metido a vicealcalde –o sin “vice”–. Minerva se va por el camino de los Derechos Humanos, sendero que, desde luego, no conoce, pero don Augusto tampoco sabe de estas cosas, ni de muchas otras: no figuran en la cartografía de mares y océanos.

Primero: ponemos en peligro de muerte a los inspectores viales. Si los sicarios atacan a los convoyes militares, qué no harán con un tránsito solo y armado, si acaso, con una pistola. Eso de que el general de la mar quiere confiar a los viales las tareas de “planear, dirigir y controlar la revisión de los vehículos y sus ocupantes” es condenarlos a muerte.

Los matones circulan día y noche por toda la Zona Metropolitana. ¡Ay del tránsito que inadvertidamente detenga una camioneta tripulada por sayones! La propuesta tampoco redunda en beneficio de los automovilistas y choferes ajenos al crimen organizado o desorganizado.

Si ya de por sí los tránsitos nos pegan tarascadas de tiburón blanco de Australia, qué no harán dotados de revólver y autoridad de gendarmes. ¿Nos descerrajarán un balazo si les negamos la mordida?

Pie de página
Un abrazo para el doctor Juan Antonio Limón, quien ayer cumplió 53 años de ejercer la Medicina. Recibió su título hace 52 años, pero antes faenó un año como paramédico. El maestro Limón es doctor de los de antes: si el paciente es persona de humildad, no sólo no le cobra, sino que además le regala medicinas.

Ofrece sus servicios de mañana a mediodía en hospitales públicos, y por la tarde atiende a sus pacientes en su consultorio. Naturalmente, este cardiólogo e internista –aunque atiende a enfermos de cualquier dolencia– es hombre de política y letras: figura en primera línea en la lucha social, devora libros, edita revistas y participa en marchas y manifestaciones.

Educado en la escuela de Gonzalitos, el doctor Juan Antonio Limón es orgullo de Monterrey.

 

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