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1406 16 Septiembre 2013

 

Corporativos sindicales vs reformas necesarias
Efraín Poot

Mérida.- Durante la etapa de construcción de las instituciones políticas postrevolucionarias, la organización de las amplias capas de trabajadores de la ciudad y del campo fue esencial para ser incorporadas de lleno a la renovada actividad política del país; también lo fue para la consecución de importantes reivindicaciones sociales como la reforma agraria, la educación pública, el mejoramiento de las condiciones de trabajo, el acceso a los servicios de salud, la nacionalización del petróleo, entre las más destacadas.

Con el devenir del tiempo, esta importante estructura de organización de los trabajadores fue abandonando su papel de defensor de los derechos de los trabajadores hasta convertirse en principal instrumento mediante el cual se sometió y controló políticamente a la sociedad mexicana a través de un gobierno monopolizado por más de setenta años por una sola organización política que se reclamó como única y legítima heredera de la revolución, creando el corporativismo de las masas al poder.

Este tipo de organización también se hizo extensivo a la iniciativa privada, a través de la pertenencia obligatoria a las Cámaras destinadas a regular las diversas actividades económicas.

De esta manera, se hicieron comunes la afiliación forzosa a los sindicatos oficialistas y con ello automáticamente al partido, la persecución de los disidentes, el enriquecimiento de los dirigentes, las movilizaciones en apoyo de candidatos y gobernantes del partido en el poder a cambio de prebendas y cargos de gobierno o de elección popular, acciones que deformaron el carácter reivindicativo del movimiento sindical. Y en el caso de la iniciativa privada, se generó el  tráfico de influencias, acceso a información confidencial, amañados concursos de obra, etcétera.

La falta de autonomía e independencia de los sindicatos y el alineamiento de las cámaras respecto al gobierno, impidió la construcción de ciudadanía, ya que generó entre amplias capas de la población desconfianza, apatía, desilusión, frustración e impotencia, todo lo cual actuó en detrimento del surgimiento de más mexicanos críticos, participativos, interesados en los asuntos gubernamentales y en el mejoramiento de las condiciones de vida.

Este sindicalismo corporativizado se encuentra tan enraizado en el funcionamiento de las instituciones políticas que ha sobrevivido aún en los tiempos de alternancia, ya que en aras de la dichosa “gobernabilidad”, quienes se han sucedido en el poder durante los últimos 30 años han pactado prebendas con las organizaciones sindicales y las cámaras más poderosas, a cambio de apoyo a sus gobiernos, sean estos estatales o federales.

Esto explica la longevidad de los dirigentes al frente de sus organizaciones, el rechazo a la democratización de la vida interna de los sindicatos, los líderes sindicales convertidos en flamantes diputados estatales o federales, senadores o funcionarios de gobierno, la opulencia en la que vive la inmensa mayoría, así como la toma de posición contraria a los intereses de sus agremiados.

En tanto los gobernantes no estén dispuestos a generar las condiciones para acabar con esta forma de control político al que se encuentra sujeta la mayoría de la población mexicana, es decir, que permitan la libre asociación de trabajadores y empresarios, la autonomía de los sindicatos y cámaras  respecto a los partidos y gobiernos de cualquier nivel.

Las reformas de hoy y del futuro se verán seriamente presionadas por los grupos de interés político y económico, y desprovistas de cualquier apoyo popular, corriendo el grave riesgo de convertirse en reformas limitadas o netamente, fracasadas.

Efraín Eric Poot Capetillo es profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán.

 

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