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1430 18 Octubre 2013

 

Sea feliz científicamente
Hugo L. del Río

Monterrey.- Vaya, ahora la felicidad es una ciencia. TecMilenio anunció ayer con bombo y platillo que ofrece a sus alumnos una vaina (no la puedo llamar cátedra, por respeto a la palabra) relacionada con las “ciencias de la felicidad”. Señora de los Siete Puñales: conquistar la dicha es faena de científicos.

Ya esa casa patito de estudios había divulgado que enseña a sus estudiantes a vivir en el éxtasis. Estoy de acuerdo en que la vida no debe ser una tragedia griega, aunque casi siempre lo es; acepto que los seres humanos tenemos derecho a bregar para vivir en un lecho de rosas. Pero, ¿ciencias de la felicidad? ¿Puede, una Universidad enseñar a los muchachos a ser felices todos los días, todas las horas, todos los minutos?

La felicidad es real, pero efímera. El nacimiento de un hijo, los primeros días de la luna de miel, el esfuerzo que da como fruto un título profesional, un buen éxito familiar, personal o de algún amigo estimado nos brinda esa especie de embriaguez cuando sentimos que flotamos entre las nubes a los acordes de las arpas que tocan los ángeles. Pero eso es pasajero. La felicidad nunca es, no puede ser, algo así como un estado de ánimo permanente. (Además, los hombres que cambian al mundo son profundamente infelices).

La alegría tampoco es gratis: unas pocas horas de dicha las pagamos con años de dolor, incertidumbre e incomprensión. Ahora: ¿podemos ser felices los mexicanos con los sueldos de miseria, la desaparición de los sistemas de prestaciones, la violencia, la corrupción, la impunidad? ¿Puede ser feliz un pueblo que está perdiendo a su patria?  

Supongo que la multicitada ciencia de la felicidad es un programa de relaciones industriales: convencer al asalariado que aunque se está muriendo de hambre los patrones valoran su empeño. ¿Para qué te subo el salario si trabajando conmigo eres feliz y llevas esa felicidad al camión de pasajeros, al hampón o policía que te asalta, a tu hogar donde tú y los tuyos comerán frijoles aguados?

Tenía razón el francés: México no es surrealista: México es el surrealismo. Seamos felices: TecMilenio lo garantiza.

 

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