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1431 21 Octubre 2013

 

México y las drogas
David Carrizales

Monterrey.- “Para enfrentar el problema de las drogas debe echarse una mirada al pasado. Por ejemplo, la legalización de la mariguana “funcionó muy bien” durante el gobierno de Lázaro Cárdenas; pero la condición sería que se otorguen las concesiones o permisos a pequeños productores y no a personajes ventajosos como Vicente Fox, que pretende para sí todo el mercado de la mariguana”, reflexiona Francisco Gerardo Haghenbeck, autor de La primavera del mal, una obra que aborda el fenómeno del narcotráfico en México de 1930 a 1953.

Como todos los libros, dice el autor, empezó por una pregunta: “Un día me cuestioné si el fenómeno de las drogas era un problema nuevo a partir de los años 70, 80 o si había existido anteriormente y me puse a leer algunos ensayos del gran conocedor del tema, el académico Luis Astorga, y me di cuenta que el narco empezó con los chinos en el siglo XIX”.

“Fui convencido por el escritor Elmer Mendoza de realizar el libro, porque todos los textos que hasta ese momento abordaban el problema lo hacían sin ahondar en los antecedentes. Me basé en una investigación ardua de tres años y más de cien fuentes bibliográficas que me ayudó a trazar la trama para crear esta novela, sobre una familia involucrada en el negocio de las drogas”.

“Esta investigación me ayudó a descubrir cosas y a entender mejor un tema que del que no conocía mucho, pues no me había dado cuenta de que la mariguana en ese tiempo y hasta 1937 no era ilegal, la consumían de manera abierta en Sears u Woolworth. Me acuerdo que todas las señoras tenían el alcohol con la yerba para las reumas”.

“Eso que está ahorita de moda, hablando de la legalización de la mariguana, no es nuevo. Ya un doctor, Leopoldo Salazar, hablando con Lázaro Cárdenas lo convenció de legalizar la mariguana en México y parece ser que les funcionó muy bien, se bajó un 50 por ciento la ocupación en las cárceles, los adictos se atendieron como enfermos y no como criminales; pero se volvió a criminalizar por presión de Estados Unidos”.

“Hoy no existe una retroalimentación de lo que aprendimos en el pasado para atacar el narcotráfico, para ver qué cosas habían funcionado y cuáles no; en México no tenemos memoria, no nos damos cuenta que llevamos cien años con este problema y no hemos aprendido nada en esto ni en otros casos”.

Recordó Haghenbeck que durante la segunda Guerra Mundial, al cerrarse las fronteras de China,  Estados Unidos incentiva en México los cultivos de amapola porque necesitaba la heroína para calmar el dolor de los soldados que resultaban heridos en combate.

“Hubo un pacto de Manuel Avila Camacho con el gobierno de Roosevelt para que se empezara a cultivar la amapola en la zona del pacífico, y encomiendan la tarea a la mafia siciliana de Lucky Luciano, Meyer Lansky, Bugsy Siegel.
Precisamente Siegel viene a vivir a México durante tres años para organizar todo este negocio de las drogas y que la heroína fuera transportada a Estados Unidos para la segunda Guerra Mundial. Son ellos los que deciden que la amapola se cultive en las sierras de Sinaloa a partir de 1940, porque se dan cuenta que las condiciones son muy parecidas a las de China”.

“Se descompone este cuadro, porque al acabarse la guerra empieza a haber una persecución del gobierno de Estados Unidos a los líderes de la mafia siciliana. Matan a Bugsy Siegel, y a Luciano lo mandan exiliado a Sicilia.
Entonces, las cabezas del poder político de México empiezan a tomar el control del narcotráfico, hablamos de los gobernadores, gente como Maximino Avila Camacho como el mismo Miguel Alemán, que estaba en Gobernación, son los que empiezan a tomar el negocio, se dan cuenta que hay muchísimo dinero y son los que lo empiezan a manipular todos los canales que eran manejados por la mafia siciliana, los empiezan a tomar los mexicanos y comienza la rebatinga, a ver quién tiene más y es lo que estamos viviendo hasta hoy, las peleas entre los Zetas y los demás cárteles”.

“En aquél entonces podías hablar con el gobernador y amarraba a sus perros; pero ahora está todo disperso, pero la violencia existió también en aquélla época, descubrí que había también recuentos de muertos en el periódico El Universal, claro eran muy pocos, cinco, diez muertos en la guerra de la goma, a lo mejor no es mucho, pero en 1940 éramos mucho menos habitantes, y era la gente de campo la que participaba, en las ciudades no había problemas”.

Haghenbeck reconoce que en la elaboración de su novela, hubo obras fundamentales, entre ellas El Siglo de las drogas de Luis Astorga, el mejor libro de análisis histórico que hay sobre las drogas en México.

Astorga aborda el tema desde principios de la humanidad y principalmente del siglo XIX, porque la comunidad del hombre con las drogas, que antes era una cuestión religiosa para comunicarse con los dioses, se fue criminalizando cuando creyeron que era un problema para el trabajo, para la productividad y la economía. Las drogas se criminalizaron por motivos económicos, no de salud, a ellos no les importa que se mueran los adictos, sino que dejen de asistir a trabajar.

Considera Haghenbeck que no hay solución posible al problema de las drogas, mientras Estados Unidos sea el principal consumidor del mundo, y piensa que tarde o temprano vamos a terminar legalizando la mariguana, como ya ocurre en tres estados de la Unión Americana, pero falta que lo hagan Arizona y Nuevo México, los más conservadores.

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, se legalizó la mariguana, se daban permisos a pequeños cultivadores para que la sembraran realmente en el jardín de su casa y pagaran impuestos, y les funcionó muy bien. Incluso, dijo, puede haber argumentos económicos, el Estado tendría una gran entrada de recursos.

Mencionó que Abelardo Rodríguez entre 1927-1930, cuando era gobernador de Sonora, que incluía también Baja California, creó un impuesto a las drogas, no nada más a la mariguana, sino sobre todo el opio, “y sacó tanto dinero que no necesitaba de la federación para hacer obra pública”.

En cambio, afirmó estar en contra de la legalización de drogas como plantea Vicente Fox, “lo que quiere es manejar todo, que le den a él la concesión, creo que funciona mejor como en California, dárselo a pequeños productores”·

Cuando inició el narcotráfico en México, dice Haghenbeck, “había códigos de caballeros que se respetaban, eran puros señores, gente que había trabajado con el gobierno, antiguos soldados de la Revolución, gente que sabía lo que era la guerra, y ahora son puros chavitos con armas que no respetan las reglas”.

 

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