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1482 31 Diciembre 2013

 

Un fantasma recorre México
Lupita Rodríguez Martínez

México.- Los finales del 2012 y del 2013 quedarán registrados en la historia de México como los períodos de las grandes contrarreformas.

Desde 1989, el llamado Consenso de Washington comenzó a dictar a los países llamados del “Tercer Mundo”, entre ellos México, un conjunto de reformas bautizadas como las ‘reformas estructurales’, en el marco de la mayor ortodoxia del neoliberalismo económico.

La demanda principal del Consenso de Washington radicaba en que se redujera drásticamente la ya de por sí limitada intervención del Estado en la economía, así como la privatización de las empresas estatales.

Pero, el Consenso de Washington también demandaba que continuaran privatizándose las instituciones encargadas de proporcionar las políticas sociales, fundamentalmente en el área de la educación, de la salud, de la vivienda, de las pensiones y hasta la privatización de los servicios del agua, de la recolección de la basura e incluso, de los cementerios.

A nivel mundial uno de los casos más representativos fue el que sufrió Argentina, a finales de la década de los ‘90 y a principios del nuevo milenio, con el gobierno de Carlos Saúl Menem, quien después de haber privatizado todo, el país se precipitó a una profunda crisis económica.

Cuando el gobierno argentino acudió a los organismos internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así como al gobierno de los Estados Unidos de América y a las entidades financieras norteamericanas, con el propósito de conseguir un rescate financiero, éste le fue negado con el gran argumento de que no contaba con nada que garantizara el empréstito.

La suerte del pueblo argentino fue vivir la caída de cinco gobiernos consecutivamente y hasta el ascenso de Néstor Kirschner al poder presidencial, logró abandonar el Modelo Neoliberal y con un Proyecto Alternativo de Nación hoy crece a un ritmo de más del 7 por ciento anual del Producto Interno Bruto (PIB).

En México, el grupo gobernante no acaba de entender que desde hace 31 años, tiempo que llevamos sometidos al Modelo Neoliberal, las políticas económicas y sociales neoliberales han convertido al país en una fábrica de pobres.

Hoy registramos más de 54 millones de habitantes en situación de pobreza y de ellos alrededor de 10 millones con ingresos menores a los tres salarios mínimos, los cuales significan apenas 195 pesos diarios, cantidad muy insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, transporte, vestido, vivienda, salud, educación y de mínima recreación o esparcimiento.

Sin embargo, ahora con la entrega del petróleo y de la energía eléctrica a manos privadas extranjeras y a unos cuantos potentados nacionales, así como a algunos altos políticos encumbrados, significa profundizar en grado extremo el Proyecto Neoliberal. La situación económica y social que nos espera en México, tendrá como perspectiva la que ya vivió Argentina de 1999 al 2003.

Recordemos que la crisis financiera o el llamado “error de diciembre de 1994”, que motivó un paquete de rescate por un monto de 52 mil millones de dólares, tuvo como garantía de pago los ingresos petroleros.

Con nuestros recursos energéticos entregados a saqueadores ¿qué garantía de pago podrá ofrecer México para un nuevo empréstito extranjero?

Por el entreguismo de Peña Nieto y de los diputados y senadores del PRI-AN, que ante la presión popular creciente aceleraron la reforma a nuestra Carta Magna, conforme a los dictados del Consenso de Washington, el Estado Mexicano queda a merced de los voraces apetitos empresariales extranjeros y la codicia de los poderes fácticos mexicanos.

La reforma energética es un riesgo difícil de revertir. La Consulta Popular o Referéndum Revocatorio para el 2015 hoy parece inviable, por lo cual la disyuntiva es ganar los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Por lo pronto, aunque el próximo año no se vea nada promisorio para las grandes mayorías del pueblo mexicano, nuestros deseos de un 2014 lleno de éxito, salud y armonía familiar, a sabiendas de que no vamos a tener gasolina, gas y electricidad más baratas.

 

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