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1508 5 Febrero 2014

 

¿Qué nos pasa?
Hugo L. del Río

Monterrey.- ¿Qué carajos nos pasa? Los nuevoleoneses nos estamos convirtiendo en bestias agresivas. Varios gamberros –entre ellos un chavo de 19 años, Ricardo Calderas– fanáticos de Rayados golpearon hasta cansarse a otro joven, Cruz Alvizu Domínguez. ¿Nomás porque sí, para robarlo, porque le ganó la novia a uno de los hooligans tercermundistas? Nada de eso: la víctima de sus frustraciones es hincha de Tigres y eso justifica la agresión que tiene a Cruz en el hospital, sin marmaja para pagar la factura y con la familia pidiendo ayuda. Por cierto, tuvo que ser operado.

Entrevistado por la tele, un sectario del Monterrey dijo en tono neutro que “así es el futbol”. La codicia de los pesos pesados de la billetiza gorda degradó a este, quizás el más hermoso de los deportes, hasta convertirlo en un espacio de odio, agresión, borrachera, irresponsabilidad.

Falta la crema de la enchilada: el fut, así como lo administran, nos mata las neuronas. A patadas, eso sí. Muchachos o adultos que deberían estar en la chamba o en la escuela se dedican a hacer cola toda la noche y la mitad de la mañana para comprar el boleto del partido. Escuché a uno decir que perdió el empleo, pero “no le hace porque voy a ver el juego”. El sóccer  se convierte en veneno moral y físico cuando se combina con la cerveza, la falta de rumbo de esta sociedad enferma, la ausencia de esas figuras nobles que hacen que uno sienta orgullo de pertenecer a la raza humana, el analfabetismo funcional, el ejemplo de los sicarios y los corruptos, la pobreza, la agonía de la esperanza y qué sé yo.

Los nuevoleoneses en particular, y los mexicanos en general, caminamos con los ojos vendados, de noche, bajo la tempestad, a orillas del abismo. Jugamos el juego que conviene al Sistema. La cúpula del poder político y financiero se encarga de capturar lo poco que nos queda de imaginación con imágenes de jugadores –iletrados funcionales muchos de ellos– que nos presentan como los héroes del tercer milenio.

Y allá van los regiomontanos, en el frío, bajo la lluvia, a ver, durante horas y horas las sesiones de entrenamiento de los futbolistas. ¿Quiénes son los responsables de este desastre? Todos lo somos. Votamos por grillitos como Jaime Rodríguez, quien en su anemia neuronal confunde los tacones con el cerebro, y sufragamos también por criaturas enfermas, como el regidor priísta de Monterrey, Arturo Pezina, quien en sesión de Cabildo soltó al demonio de la misoginia. Las mujeres, nos dice el pobre tipo, son inferiores al hombre. Por ello, no tienen una justa representación en el sector público. Vaya con el munícipe. Arturito va al canal de TV para informarnos que no dijo lo que dijo. Esto a pesar de que le hicieron escuchar la grabación de su desatino. La experiencia nos dice que misóginos y homofóbicos son batos reprimidos que tienen en el closet al gay luchando por salir. Lo peor: escribe José Emilio Pacheco: “Las tinieblas son culpa nuestra”.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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