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1520 21 Febrero 2014

 

Nadando con tiburones
Hugo L. del Río

Monterrey.- La anciana a duras penas se podía mover. Descalza, el cuerpo encorvado por la miseria y el dolor, se sostenía en pie en medio de la calle Cinco de Mayo, casi esquina con Venustiano Carranza. Extendía la mano –arrugas, nudillos huesudos, piel amarillada por una vida de infortunio–  en súplica de una limosna. Carros y camiones pasaban rozándola. ¿Se daba cuenta? ¿Buscaba la muerte?

Sus harapos desmienten las promesas de un México que, en el futuro inmediato, formará parte de una zona que se convertirá en “una superpotencia en la economía mundial”. México miserable, violento, corrupto: México bárbaro, como escribió John Kenneth Turner. México de palacios, pocos, y de chozas de cartón, muchas, socio de Estados Unidos y Canadá: la sardina nada plácidamente en plan de igualdad con los tiburones.

En Toluca nos dijo Enrique Peña Nieto: “Ratificamos nuestro compromiso de posicionar a nuestra región como una de las más dinámicas y competitivas del mundo”. Los Tres Grandes entierran el cadáver del Tratado de Libre Comercio: se les dieron otras fórmulas para africanizar a México con el entusiasta aplauso de nuestra gran burguesía. Comedia para Washington y Ottawa, tragedia para México. Obama le recuerda a Harper que la plutocracia canadiense tiene abiertas las puertas para expoliar el nada desdeñable patrimonio de los mexicanos: la consigna es agotar al cuerno de la abundancia. “Nuestra vinculación con el resto del mundo tiene un impacto directo en nuestras economías y la prosperidad de nuestras sociedades”, nos dice el cártel de la globalización.

Toluca importa un adarme a nuestros asociados: The New York Times prefirió desplegar en su página web una nota sobre serpientes voladoras. The Toronto Star le dio prioridad a un reporte sobre las entregas postales. ¿Para qué informar a norteamericanos y canadienses de lo que ya saben?

Ignoro qué platillos degustaron los invitados al gran banquete de la carne y los nervios y la médula y los huesos de este México que se niega a perecer.

Sólo sé que la anciana en vano le rogó a Dios un taco de frijoles. Pero Dios no le entendió. “Speak English, please”, le habrá dicho.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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