DÉCIMA DEL PROFETA BERNA
Obstáculos en el camino de Margarita
Hugo L. del Río

Monterrey.- Margarita Arellanes acaba de descubrir que tiene varios obstáculos en su camino a la gubernatura. Uno es un enorme, ancho y profundo cráter lunar: aquí los llamamos baches y los vemos como lo más natural del mundo. El segundo es algo parecido al Gran Arrecife de Australia: una barrera de coral sobre aguas turbulentas infestadas de tiburones blancos. El tercero es un cañón tipo Gran Bertha, con Aldo Fasci de artillero.

El dócil Cabildo de la alcaldesa panista no ve los agujeros selenitas como un problema. Bueno, qué queremos: las lluvias provocan esas trincheras y ni modo que el Ayuntamiento las recubra. Además, apenas si son 350, dicen los voceros de la edil azul. El Gran Arrecife es el icono de su propia incompetencia, que ya la rebasó.

Cómo va a ser gobernadora una funcionaria de elección popular que ni reviste el bacherío, ni puede sacar de la calle a los ambulantes ni le alcanza el magín para más o menos tener limpia a la ciudad. Monterrey no es la única ciudad cacariza, por cierto.

Tenemos a Guadalupe que, al paso que la llevan Ismael Flores y César Garza pronto volverá a ser villa. Sinceramente, esperábamos más del abogado César: se desinfló con el primer hoyanco lunario. Vaya presidente municipal.

En fin, volvamos con Madame Vuitton: de ella ya dicen lo peor las comadres: que no es güera natural. Y los compadres se ríen del papelón que hacen los cuicos que faenan en la ilegalidad. En cuanto a la gran boca de fuego, sabemos que Fasci es un buen cañonero y, tanto por consigna cuanto por voluntad propia, no dejará de disparar obuses de grueso calibre hasta que  deje en ruinas el palacio de cristal. Y enterrado en los escombros, el sueño guajiro de Sor Margarita.

La dama en cuestión es un blanco tan obvio que hasta los ciegos le dan en la diana. Su Ismael Flores es el casinero: ella está muy ocupada con su estilista, su modista, su manicurista, et al. Qué quieren; que gobierne una ciudad tan problemática como Monterrey, poblada por tanto infelizaje. Fuchi, qué asco. Definitivamente, el mejor lugar para vivir es San Pedro. O era.

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