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1563 23 Abril 2014

 

País mágico
Hugo L. del Río

Monterrey.- México es un país mágico. La muerte del Gabo conmovió a este pueblo de analfabetos. María Paulina Ortiz, enviada de El Tiempo, de Bogotá, habló en las escalinatas del Palacio de Bellas Artes, con Liliana: “no, nunca lo he leído”, admitió. Pero ahí estaba.

Hubo personas, como Silvia, vecina sexagenaria de la Delegación de Iztapalapa, quien llegó a hacer fila a las nueve de la mañana y fue hasta después de las cinco de la tarde que pudo entrar, sólo dos minutos, a rendir tributo al genio de Aracataca. Silvia llevaba en la mano un ejemplar de Cien Años de Soledad que compró en 1968. Afuera hubo vallenatos, se cantaron el Macondo que compuso Óscar Chávez, Cielito Lindo, Sigo siendo el rey y todo lo que se les ocurrió a los miles y miles de personas que despidieron al gigante, al tiempo que en la catedral de Bogotá se oficiaba una misa solemne.

El Gabo es nuestro, y todos nosotros somos Macondo. Las mariposas amarillas de papel que llovieron sobre la multitud de defeños volaban al son del Va Penseiro, de Verdi dedicado a los judíos que hace miles de años perdieron todo: la patria y la libertad. Todo, menos la esperanza. El Gabo nos prohíbe clausurar el futuro, con todo y aquellas palabras de Bolívar que reprodujo: “Estamos tan fregados que nuestro mejor gobierno es el peor”. Sí: hay mucha miseria física y moral en nuestros pueblos, pero los Buendía nos recuerdan que más allá de los cárteles de la droga y los políticos que los dirigen; más allá del lavado de dólares cortesía de los grandes bancos; más allá de la rutina del prevaricato, los cañoneros del Aurora esperan la señal para disparar la boca de fuego: el Palacio de Invierno es nuestro, y nuestros serán sus tesoros.

El reportero-novelista no está muerto, como tampoco está muerto Bolívar. El aire que respiramos está impregnado de su grandeza y su generosidad. Hemos perdido todas las batallas, pero ganaremos la última. Silvia, la de Iztapalapa, quiso tomar con su celular una foto de la urna, pero la máquina se la negó. No importa. “Quítate las malas ideas de la cabeza”, escribió el Hombre; “serás feliz”.   

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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