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1566 28 Abril 2014

 

Aspirantes políticos para el 2015
Eloy Garza González

Monterrey.- Nuevo León pasa de la judicialización de la política a la judicialización de las campañas. En la contienda pre electoral la denuncia válida o no roba espacio al spot publicitario, la confrontación es una pesquisa, los debates un careo, los titulares de los medios, la barandilla del juzgado.

Aquí casi no hay poll, sino push-poll y la estadística electoral, al igual que la paternidad, es una acto de fe. Incluso existen los expertos en guerra sucia y así han hecho su dinero.    

Si la política en Monterrey fuese un negocio –como supuestamente no lo es– a esta búsqueda de mercados se le llamaría océano rojo, según la célebre metáfora de Kim y Mauborgne, autores de Blue Ocean Strategy. La ruda competencia por ganar mercados se tiñe de sangre al pelear por el crecimiento propio a costa de los competidores. La utilidad lo es todo. Los aspirantes compiten en estos océanos rojos obteniendo ganancias electorales cada vez menos rentables y cada vez más desgastantes para sí mismos.

No es culpa de ellos: es también resultado de una clientela que entiende las contiendas electorales como pasarela de políticos corruptos, guiados, moldeados y a veces manipulados por medios de comunicación que ajustan sus ataques periodísticos en razón de los ingresos que ganan, metiendo la mano en los bolsillos de cada contendiente.

Pero en Nuevo León existe otro tipo de mercado electoral que nadie ha explorado; clientes-electores potenciales que deciden su voto a partir de otros criterios, sin ajustarse al esquema del acto masivo, el desayuno multitudinario o los titulares de los periódicos. De nuevo, si las contiendas electorales fuesen un mercado, a este tipo distinto de clientes les llamaría el océano azul, un espacio donde no están los rivales, donde se crea una nueva demanda y el aspirante emprendedor puede generar valor siendo altamente competitivo.

Este océano azul son las redes sociales. Con una advertencia: las redes sociales no son el mercado (como piensan los candidatos de Monterrey) sino apenas el espacio donde pueden ganar usuarios-electores. Y esto no se obtiene diseñando un portal que nadie ve, o abriendo una página en Facebook o Twitter (administrada por un community manager asalariado y disfrazado del político con aspiraciones). Eso sería flotar en el océano rojo creyendo que ya se navega en el océano azul. 

La creación de reputación personal no es rápida, pero sí más sólida. Es más barata (y moralmente más decorosa) que pagar un desplegado periodístico. La empatía se gana siendo uno más: se piensa que Internet puede utilizarse como marquesina de anuncios, cuando en realidad es un ágora de discusión pública, sin intermediarios ni representantes personales.  

Los aspirantes a cargos de elección popular harán campaña en una sociedad híbrida, tanto real como virtual, en un entorno de infoxicación (saturación de información que intoxica a los usuarios), y donde el océano rojo de electores-ciudadanos, convive con el océano azul de electores-usuarios. En el océano rojo ocurren sangrientas batallas navales. En el océano azul ocurren prácticas de innovación. ¿A qué le quieren apostar?

 

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