Civismo sudcoreano
Hugo L. del Río

Monterrey.- Los sudcoreanos nos han dado una lección de civismo y coraje: culpan al gobierno por la tragedia del transbordador y obligaron a renunciar al primer ministro Chung Hong-won. Corea del Sur es una nación altamente industrializada y, al tiempo, muy corrupta: casi tanto como México.

El “Sewol”, de seis mil 825 toneladas, se hundió el 16 de abril con 476 pasajeros –casi todos estudiantes que recién habían terminado la Preparatoria– y tripulantes. El capitán Lee Jum-seok y sus oficiales ordenaron al pasaje que permaneciera en sus cabinas y en seguida, junto con los 14 hombres de la marinería, corrieron a abordar los botes salvavidas.

Como sea, la nave no llevaba suficientes canoas y chalecos inflables. Los muchachos se quedaron en los gabinetes… y por desgracia ahí siguen. Aunque los reglamentos de la Marina Mercante de Corea del Sur precisan que las naves de más de veinte años no deben salir a la mar, esta regla no se cumplió.

De hecho, la edad del “Sewol” no se conoce: el dueño, el multimillonario Yoo Byung-om la compró de segunda mano en Japón en 1994, le mandó construir una cubierta adicional para llevar más pasajeros y amplió las bodegas para aceptar más carga. El buque iba sobrecargado, los marineros eran novatos, sin instrucción y con poca experiencia y, para agravar la situación, la Armada y la Guardia Costanera tardaron mucho en reaccionar.

Al momento, se han rescatado 150 cadáveres, hay 152 desaparecidos y sólo fueron salvadas 174 personas, incluidos el capitán, sus oficiales y los marinos rasos. La tragedia cimbró a la sociedad y agrietó la estructura del poder. La popularidad de la Presidente, Park Geum-hye, que era del 76 por ciento antes del drama, se desplomó al 49.3. Posiblemente, la jefa de Estado tendrá que dimitir. La hecatombe en alta mar es un resultado de la corrupción. Pero pese a ello, la sociedad reaccionó con tanto vigor que ya cayó el segundo hombre del gobierno, se da como un hecho la renuncia en masa del gabinete y el futuro de la mandataria es una moneda lanzada al aire.

¿Por qué nosotros no reaccionamos de esa manera ante los crímenes, atropellos y prevaricatos de nuestro gobierno? La guerra contra el narco nos ha costado unos 70 mil muertos y quizás 40 mil desaparecidos y no hemos sido capaces ni siquiera de exigirle al sector público qué nos informe lo que realmente está pasando.

Hace años, algunos militares asesinaron en Nuevo León a civiles inocentes y al momento no han sido castigados. Y nosotros, callados. José Revueltas escribió:”¿Estaremos hechos los mexicanos de una pasta tan ruin y envilecida que no se pueda hacer nada para que las cosas sean de otra manera?... Es un asunto para reflexionar respecto a ciertos aspectos específicos de las horribles deformaciones psicológicas de los mexicanos”.

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