Suscribete
 
1569 1 Mayo 2014

 

Sinaloa violenta
Ernesto Hernández Norzagaray

A Adrián

Mazatlán.- El ataque violento en contra de Adrián López Ortiz, Director General de Noroeste, el gobierno estatal lo ha situado de inmediato en las coordenadas de la “mala suerte” y la eficacia para detener inmediatamente a los presuntos culpables.

Sin embargo, esta correa de transmisión entre la acción violenta y la extraordinaria capacidad para detener en unas horas a los ejecutores, deja incólume una pregunta quizá filosófica: ¿a quién y a qué le sirve la violencia?
Una interrogante que a lo largo de años no ha obtenido una respuesta razonable y menos cuando se trata de ataques a personajes de la vida pública sinaloense (el resto es estadística, simple y llanamente).

En Sinaloa está documentado desde hace décadas que la violencia es parte del engranaje de su funcionamiento cuanto opera cotidianamente y busca depurar periódicamente a quienes le estorba con la acción o la palabra.

Es un regulador de los conflictos, pero también un sintonizador de los actores económicos y políticos, disciplina a la oposición y a los ciudadanos busca meterles miedo, concluiría si forzamos la ciencia política.

No resiste a la oposición, que se niega a aceptar como normal el estado de cosas y peor todavía lo que considera ese quién, como deslealtad al sistema de las reglas escritas y no escritas.

La respuesta mediática siempre ha tenido el mismo guión oficial del asombro y la molestia fingida, incluso con pesares en público y privados, al compromiso de qué se va a investigar, “caiga quien caiga”, el imperio de la ley que lo compra con esperanza el constitucionalista Diego Valadés y que decir de nuestra inteligencia local que siempre murmura, pero hasta ahí.

Luego el tiempo hace su trabajo hasta que se diluye en la sopa de las muertes diarias.

¿Casos? Bastan los puntos suspensivos.

¿A quién le sirve la violencia?
La acción del quién, ese personaje ignoto, ubicuo, sistémico y mortal, se diluye en la nada de la oficialía de partes y se prepara para dar el siguiente zarpazo ordenador a los que le disgustan y no se someten.

A los que aun con el miedo en la piel, siguen haciendo lo mismo de todos los días, por una cuestión biológica, ética, profesional –ahí está como ejemplo Adrián, convocando ayer a discutir los temas de  la transparencia y la rendición de cuentas.

Ahí radica el fracaso del quién, y el triunfo del otro. O los otros, porque el valor se transmite como el miedo, con el ejemplo ante la adversidad momentánea.

Adrián, seguro con algo de confusión y zozobra por él y los suyos, mas sin embargo seguro de los valores que él promueve desde la dirección del periódico y en los foros ad hoc, da un ejemplo excepcional, pues narra con todos los detalles el momento de la agresión y el auxilio que recibió de una taxista desconocida y generosa que lo llevó hasta el hospital donde le salvaron la vida.

Hoy convalece en su hogar (es un decir), y seguramente llegó a la conclusión de que hay un antes y un después de ese momento.

Ve a su familia y conversa con sus amigos y colegas, pero los momentos de soledad seguramente pesan pero no su convicción; lo animan los pronunciamientos de dentro y fuera a favor suyo, la línea editorial de Noroeste.

Su compromiso indeclinable con la verdad y la construcción de ciudadanía.
Pero los momentos de soledad, siguen pesando.

Y los autores intelectuales, donde se encuentren, valoran los alcances de su ataque.

No han de estar contentos con el resultado, o están a la espera de saber si aprendieron del mensaje.

Han agitado la bitachera y los ojos están puestos en Sinaloa. Sinaloa se suma a Veracruz, como los estados con mayor riesgo para el periodismo en México.
Los organismos internacionales de defensa de periodistas han puesto los ojos en el estado.

Personalidades presionan para que se esclarezcan los hechos. Ciudadanos sinaloenses exigen esclarecer el atentado.

El gobernador sale y afirma sin ninguna evidencia en mano, sólo su dicho: Los enemigos no están en el gobierno del estado.

Este lapsus sugiere entonces que los hay y podrían estar detrás de los jóvenes detenidos. Y que el objetivo es Noroeste y su personal.

Entonces, a declaración de parte, relevo de pruebas, el gobierno está obligado a ir contra esos enemigos que no sólo son de Noroeste, sino de la sociedad sinaloense.

Incluso, en sentido estricto, enemigos de los hombres y mujeres del “gobierno del cambio”.

Eso nos lleva a la siguiente pregunta: ¿a qué le sirve la violencia?

En Sinaloa, desde hace décadas dirime su futuro en las coordenadas del atraso y la violencia; y otro, donde Noroeste asume su papel vanguardista cuanto busca hacer de las instituciones de  gobierno, al margen de partidos y coaliciones, un ejercicio de honestidad basada en el cumplimiento de los programas políticos, la rendición de cuentas y la transparencia en los asuntos públicos.

Por eso, aceptando sin conceder, que el ataque contra el Director General de Noroeste, haya sido producto de las ambiciones y el desvarío de los atacantes, tienen efectos directos en la vida pública.

Pero, peor todavía y más, si el origen del ataque se encuentra en esa red de intereses económicos y políticos que gobiernan Sinaloa.

Si es lo primero, es claro que estamos hablando de una descomposición social donde cualquier chamaco puede traer en la mano una pistola reglamentaria del ejército y utilizarla para hacerse de un bien ajeno.

Que existe un mercado de armas, que la autoridad nunca detecta y menos procesa a los que las venden, o sea, que aun cuando ejerce el discurso políticamente correcto en el tema incumple porque las armas nunca dejan de llegar al estado.

En tanto, si es lo segundo, estamos ante una descomposición completa de la vida pública y lo ocurrido a Adrián es la reiteración de un sistema de relaciones que subyace a la vida pública.

Ahí donde las diferencias entre lo que quieren los ejecutores intelectuales y lo que quiere lo mejor de la sociedad avanzada está generando una tensión perturbadora que provoca cada día más arrebatos violentos.

Y el riesgo, como el Bolero de Ravel, si no hay controles sobre los malos podría seguir creciendo hasta una absoluta descomposición social (con el perdón de Ravel).

Y con él, una pérdida de libertades y oportunidades de una vida mejor en el estado.

Noroeste, sabe y lo ha dicho que no es el primer ataque; su camino ya de cuarenta años ha sido difícil, como lo es en general para el periodismo independiente; pero mayor cuando se realiza en medio de la asechanza gubernamental y la violencia criminal.

También, como lo reconocen tirios y troyanos, cuando es un espacio de libertad que busca trasmitir sustancia todos los días a los ciudadanos que buscan algo más que el elogio fácil y las conveniencias públicas.

No hay duda que luego de los balazos contra Adrián, Noroeste seguirá con la ruta de contrapeso al poder que se trazaron sus fundadores y seguirá brindando la oportunidad a los ciudadanos a ser informados de lo que hacen y no hacen nuestros políticos en las funciones de gobierno.

Del derecho que tenemos los sinaloenses de vivir en un clima de libertades y tener un buen gobierno.

Sólo por eso, el ataque a Adrián es de alguna forma contra todos los sinaloenses que de buena fe desean un estado sin violencia.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com