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1582 20 Mayo 2014

 

Victoria del tío-nieto
Hugo L. del Río

Monterrey.- La victoria de Gustavo Madero traerá muchas consecuencias. En lo local e inmediato, significa que, casi seguramente, Margarita Arellanes será la candidata panista al gobierno de Nuevo León. En lo nacional, lo que se decidió en la consulta interna fue la instauración del cogobierno PRI-PAN. El tío-nieto de don Francisco Ignacio Madero es el gran manipulador que arrancó de raíz los sanos orígenes de Acción Nacional.

Desde luego, el PAN nació como un partido arropado por la Iglesia católica, afín a la democracia cristiana que gobernó a Italia durante décadas y organizado para defender los intereses del alto empresariado. Pero, aunque reaccionario y no poco oscurantista, Acción Nacional mantuvo durante larga data su verticalidad política y moral.

Lo robustecieron ideólogos como Manuel Gómez Morín, Adolfo Christlieb y Carlos Castillo Peraza, así como líderes del tamaño de don Luis H. Álvarez. Ellos pusieron en pie a una derecha inteligente, aséptica, dialogante y, en muchos sentidos, luchadora por los mejores intereses de México. Gustavo Madero tiene el perfil perfecto para sostener la mano que corta en generosas porciones el gran pastel de la privatización. Es empresario ajeno a toda manifestación de patriotismo. Luis Alberto Villarrreal es la figura prominente, entre sus cortesanos. Es el hombre ideal para ondear el pendón del poder personal que obsesiona a GM.

Desde luego, Luis Alberto tiene manchas en la piel y en el alma. Sus argumentos para limpiar su nombre de las acusaciones de corrupción no satisfacen a nadie. Pero de eso se trata: Acción Nacional quedó en tercer lugar gracias, desde luego, a los trágicos errores de Felipe Calderón, pero GM no está libre de culpa: solapó a los prevaricadores y saltó sobre los principios establecidos por los fundadores del partido azul para negociar con el PRI acuerdos que entregan a México al cártel de la globalización.

La reelección del chihuahuense eleva la potencia del tsunami de corruptelas que se nos viene encima. La narcoviolencia ganará terreno y lo perderán derechos por los que se ha peleado durante mucho tiempo: el aborto, la equidad de género, el respeto a homosexuales y lesbianas, quizá el divorcio y hasta la educación laica, así como el matrimonio entre personas del mismo sexo y su derecho a la adopción.

Lo que se le dio al Yunque panista fue un gobierno de coalición que, por su naturaleza de clase, se tiene que fijar como objetivo fundamental el desmantelamiento de las organizaciones de obreros y asalariados. Vamos: quienes nos gobiernan son empresarios disfrazados de políticos. “La victoria de Madero garantiza, ante todo, la continuidad de la política de pactos con el gobernante PRI”, escribe Jan Martínez Ahrens, de la corresponsalía de El País en México. 

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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