Suscribete
 
1606 23 Junio 2014

 

Diatriba contra el partido que se corrompió
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- Han vuelto a Nuevo León los actos partidistas masivos, bajo cualquier pretexto, donde la militancia masiva es decoración. Los miles de acarreados que vociferan, corean consigas, se bañan en sudor, como extras televisivos. No es asunto menor la movilización precisa y marcial de militantes, simpatizantes o cualquier otro eufemismo que se le imponga a tantos cuerpos en busca de un alma.

El operativo para “demostrar músculo” es la quintaesencia del partido, su razón de ser fundamental, su física y metafísica, su fardo y su lastre.

El partido vivió su travesía en el desierto a donde lo arrojó la ventisca de la oposición. Se lo merecía.

Durante estos años, la organización partidista ensayó prácticas colectivas de conocimiento. Aprendió a ser una organización inteligente (learning organizations) según el término de Peter Sange. ¿En qué sentido?; reconstruyó su tejido sectorial, las complicidades compartidas, sus lealtades dispersas, la disciplina militante.

Ahora, en espera de 2015, los militantes del partido aplicaron como nunca el manual militar que los legitima como aspirantes a decorados perpetuos: pedir línea, ganar la plaza, respetar jerarquías, armar brigadas, formarse en la fila, movilizar tropas. La militancia como lenguaje marcial, como estructura castrense. Militantes que no cuestionarán a su líder (“mi líder” proclaman chocando los talones). Masas conducidas a control remoto que cumplen por conveniencia una representación escénica.

¿Pero qué tanto es verídica esta supuesta alineación militar? ¿Qué tan real es este ejercito líquido y poroso? ¿Qué tan cierta es esta demostración de músculo? ¿Qué tan válido es este aprendizaje cuando en el fondo es una mera representación? ¿Un simulacro?

La respuesta está en Jean Baudrillard: el partido ha sustituido la realidad social por una hiperrealidad, un simulacro; una realidad virtual en la que los referentes concretos se han disuelto.

Los recientes actos partidistas en Nuevo León no atisban la realidad social sino su simulacro. Volver real el simulacro político será una aritmética complicada para el candidato a gobernador que gane el próximo año. Volver real la política que hasta ahora es simulacro es una operación mayúscula.

La ciencia de gobernar no se aplica en escenarios virtuales (para esto basta el rol hasta ahora efectivo de los medios masivos) sino en la realidad áspera de gobierno, con sus negociaciones tediosas, sus concesiones incómodas, sus tratos sin piedad con actores adversos. Y en ese terreno, la televisión y la radio local ayudan poco. Se acaba ahí el socio afectivo, el compañero de ruta servicial, el cómplice solidario y comienza el lento declive de seis años del hombre que caminará en solitario.

Terminarán los simulacros; comenzará la realidad. El nombre del mandatario cambia, pero su final es casi el mismo y el destino siempre lo alcanza. En realidad, tarde o temprano, nos alcanza a todos.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com