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1619 10 Julio 2014

 

TRANSICIONES
Un cuarto de siglo después
Víctor Alejandro Espinoza

Tijuana.- El Partido Acción Nacional fue fundado en 1939 por un grupo de intelectuales entre los que destacaban Efraín González Luna, Rafael Preciado Hernández, Francisco Fernández Cueto y Manuel Gómez Morín. Medio siglo después, el 2 de julio de 1989, obtenía su triunfo más emblemático: la gubernatura en una entidad. Fue una victoria que costó muchos sacrificios para una oposición tenaz y que reivindicaba ideas liberales sobre el ejercicio del poder político.

Han pasado más de dos décadas, pero quizás parecen muchos más, por el devenir de una democracia delegativa que encuentra entre sus principales críticos a los mismos panistas que fueron los protagonistas del cambio: la ingenuidad con la que abrazaron el triunfo entonces hoy se vuelve rechazo al ejercicio de prácticas tradicionales de los gobiernos emanados de su partido.

La semana pasada se cumplieron 25 años, un cuarto de siglo, del triunfo del Partido Acción Nacional en Baja California. En su momento, fue un resultado que cimbró al vetusto sistema político mexicano. Se inauguraba el ciclo de alternancias en los poderes locales. Además de la gubernatura, el PAN refrendó su triunfo en Ensenada (en 1986 había ganado la alcaldía) y Tijuana. Pero también, fruto de aquella paradigmática elección, se constituyó el primer gobierno dividido en México, es decir, el partido del nuevo gobernador no contó con la mitad más uno de los diputados.

Como todo sistema presidencialista, una característica básica es la personalización del poder y de la capacidad de convocatoria política. Ernesto Ruffo Appel concitó y convocó en buena medida los anhelos de cambio de una ciudadanía harta por la corrupción del gobierno priista. No fueron grandes contingentes los que acudieron a votar: apenas un 47.4 por ciento de los ciudadanos, suficiente para que el gobierno de Carlos Salinas de Gortari reconociera el triunfo. Fue una de las decisiones que le generaron mayor legitimidad al presidente.

Después de Baja California siguieron otros triunfos del PAN en diferentes entidades. Con aquella primera alternancia en un gobierno estatal, sin duda se abrieron las puertas para lo que sería después la llegada de Acción Nacional a Los Pinos de la mano de Vicente Fox, otro candidato carismático.

Hoy la alternancia política tanto a nivel federal como en las entidades es una constante; las elecciones tienen lugar de manera recurrente y en medio de una gran incertidumbre sobre los resultados. Fruto de la transición, sabemos que las únicas certezas democráticas provienen de los procesos electorales; en los otros rubros presentamos preocupantes signos deficitarios. Un año después del triunfo panista bajacaliforniano fue fundado el Instituto Federal Electoral; casi un lustro después se convertiría en una institución autónoma. A partir de ahí inició una nueva historia electoral.

Pese a las alternancias, el viejo sistema político mexicano no cambió. La llegada al poder de gobernadores no priistas, pese a la euforia inicial, pronto nos enseñó que no bastaba la voluntad o las buenas intenciones para desmontar el sistema autoritario. No hubo consolidación democrática porque no se transformó el sistema presidencialista.

Los gobernadores, independientemente del partido del que proceden, siguen concentrando el poder local. El estilo personal de gobernar desde luego que influye y define los modos de gestionar el poder, pero el autoritarismo tiene raíces estructurales. Un autor (Agustín Basave) le llama “feuderalismo” a ese poder extremo de que gozan los gobernantes locales. No es un problema de partido, lo es de diseño institucional. El sistema político presidencialista se reproduce a lo largo de toda la estructura gubernamental. La transición pendiente es hacia un régimen que permita la horizontalidad y el equilibrio de poderes, como es el caso del semipresidencialismo o el parlamentarismo.

A un cuarto de siglo de aquella elección, la paradoja es que uno de sus principales protagonistas, el hoy senador Ernesto Ruffo Appel, representa una posición marginal dentro de su partido en las discusiones sobre las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones. Y además seguimos quejándonos de los mismos problemas derivados del ejercicio autoritario del poder.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
victorae@colef.mx
@victorespinoza_

 

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