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1632 29 Julio 2014

 

La jubilación dinámica en la UAS, II
Ernesto Hernández Norzagaray
Carlos Maciel Sánchez

Pensar el problema

Mazatlán.- Más aún, quizá no esté de más decir que aparte de lo legal, de lo ético y de lo heroico, existe también lo racional. Razón para pensar, razón para suponer que el mundo se puede transformar y si ello es posible, por qué no, plantearse la mediación de la razón, como posibilidad para resolver los problemas de la jubilación que ahora nos amenaza y desvela. 

El problema de la jubilación en la UAS es, como tantos otros de los problemas que se engendran y desarrollan en nuestro país, resultado siempre de las improvisaciones o de las coyunturas políticas que se imponen a cualquier visión racional de la realidad y a toda posible previsión de futuro.

Cuando esto sucede pareciera que el destino jamás nos alcanzará. Por ello ahora, aturdidos y con una Universidad al borde de la quiebra, los universitarios no atinamos a encontrar ni la explicación ni queremos dar respuestas.

Es más, no confiamos más que en nuestra intuición y la certeza de que más vale peso en mano que mil volando. No alcanzamos a ver más allá de un economicismo sin futuro.

Más bien, un retroceso que en la paradoja, entusiasma a quienes se encuentran metidos en él. Quizá, como la última lucha, de una generación de políticos universitarios por la redención universitaria. Que no está mal, pero el argumento economicista, en lugar de ayudar perjudica en percepción, porque el enemigo no es el otro, sino son ellos mismos. 

Al análisis racional de la situación, al diálogo franco y abierto, a la unidad solidaria y fraternal, a la búsqueda conjunta de soluciones, hemos optado por la polarización, la politización del problema y por la descalificación del otro.

Propuestas
Es en este sentido que, con el ánimo de contribuir a este diálogo iniciado y necesario, suscribimos algunas propuestas ya hechas y proponemos otras:

Primero. En lo inmediato, debe reestructurarse y actualizarse el Comité del Fideicomiso, con la incorporación de al menos dos representantes de los jubilados y dos representantes honorables de la sociedad civil. Esto con el objeto de que exista una mayor transparencia, al tiempo que se pueda estudiar la viabilidad del actual fideicomiso y de tomar las medidas pertinentes para garantizar inversiones con el fondo, sin riesgos, pero que sean más redituables en el mediano plazo.

Segundo. Deben retirarse a la brevedad todas las demandas interpuestas por algunos compañeros jubilados, tanto las ya ganadas como las nuevas que se pretendan hacer, porque a final de cuentas la obtención y el disfrute momentáneo de los pocos montos descontados, nunca compensará el privilegio de una jubilación dinámica de por vida.

Tercero. Debe establecerse una mesa de diálogo, en la que participen representantes de la Administración central, de los jubilados, de los académicos y trabajadores administrativos en activo con representantes de los gobiernos estatal y federal. Ello con el objeto de lograr que estos dos órganos de gobierno participen de manera proporcional al incremento del fideicomiso. Aportando cada uno de ellos una suma igual hasta la ahora acumulada y en lo sucesivo aportando en partes iguales a los montos tributados por trabajadores y administración universitaria.

Cuarto. Si este principio de confianza entre las partes en conflicto más los que articulen actores externos, podrían darla pauta proyectos más ambiciosos; incluso, como el gobierno federal no sólo tiene el problema en nuestra universidad, sino en decenas de instituciones de educación superior, la UAS podría ser el punto de partida para explorar mecanismos de financiamiento a la jubilación dinámica. Lo que hoy es claro, el gobierno federal, en un escenario de complicación económica, pues la tasa de crecimiento difícilmente este año alcanzara el 2%, no puede ni querrá incrementar los subsidios a los presupuestos universitarios.

Quinto. Debemos emprender una campaña permanente para lograr el reconocimiento por parte de la SEP de la plantilla actual, así como alcanzar un subsidio por alumno al menos igual a la media nacional, que es una demanda de los universitarios desde hace varios años. 

Sexto. Si en la UAS se forman, como se ha señalado en el discurso institucional hasta el cansancio, profesionales de gran calado, además de estar nuestra institución entre las primeras del país por su calidad, entonces ¿por qué no podemos ser capaces de generar recursos extras para el fideicomiso?; ¿por qué conformarnos solamente con nuestras propias aportaciones, cuando pudiéramos desplegar toda nuestra capacidad creativa como generadores de conocimientos teóricos y prácticos? Por ello, bien  podemos realizar algunas actividades redituables, como el establecimiento de unas 20 gasolineras, eso sí, donde se vendan litros completos, y distribuidas en las principales ciudades del estado.

Aquí podrían abastecerse no solamente el parque vehicular de la Universidad, sino los autos de todos los universitarios y sus familias, incluyendo a nuestros estudiantes. Todos entendiendo que con este gesto de conciencia y solidaridad, estaríamos incrementando el fideicomiso, con lo que podríamos contribuir a la estabilidad que nuestra universidad y la sociedad sinaloense necesitan para encarar los retos del futuro.

Más propuestas
Séptimo. Por ejemplo se podría dedicar al menos uno de los sorteos de la UAS para este mismo fin, con el compromiso de que cada profesor y trabajador, activos y jubilados, vendamos o compremos, al menos dos bloques de boletos, haciendo una labor de concientización para que cada alumno de la UAS adquiera un boleto; claro está que dicha adquisición será directa en los módulos de la Fundación y no compras a los maestros o trabajadores administrativos.

Octavo. La creación de al menos cuatro supermercados universitarios, variados y bien equipados, pudiera ser una excelente medida de ganancias universitarias, destinadas al fideicomiso. Por supuesto que todo debe estar manejado con absoluta transparencia y honestidad. Creemos que la experiencia de la UNAM y UAM con su tienda universitaria es un buen ejemplo de lo que se puede hacer. Como estas pueden haber múltiples formas de generar recursos extraordinarios que nos permitan en el mediano plazo, tener un fideicomiso sustentable que nos garantice la jubilación dinámica de por vida.

En fin, hay tantas cosas que con imaginación, voluntad y honestidad se pudieran hacer, que no estaría de más sacrificar un poco de lo mucho que hemos recibido y que seguimos recibiendo y aprovechar la crisis actual por la que atravesamos para replantearnos un nuevo proyecto de Universidad, moderna, por el uso de los nuevos lenguajes y herramientas conceptuales; universal, por la diversidad y magnitud de nuestros pensamientos; científica y abierta a las artes, por lo que hayamos logrado anteponer lo académico a lo político; autónoma, por la firmeza de nuestras convicciones y directrices académicas y por estar al margen de los intereses de partidos y grupos; pero sobre todo, indispensable, porque educamos y somos capaces de generar una nueva cultura social y porque podemos contribuir a resolver los múltiples problemas que aquejan a Sinaloa.

Lo anterior nos plantea desafíos de grandes magnitudes, que implican no sólo la solución parcial y aislada de uno o más problemas, sino la solución de los problemas estructurales de la Universidad. Ello presupone la suma de voluntades de todos los universitarios, además de tolerancia, sacrificio e inteligencia, pero sobre todo se requiere de gran capacidad de autocrítica. La cordura y la razón solidaria suponemos que deben estar por encima de intereses mezquinos e individuales. No debemos dejar de convertir la crisis del modelo de jubilación, en una oportunidad para el futuro de la generosa UAS.

 

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