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1638 6 Agosto 2014

 

Negacionismo poético
Eligio Coronado

Monterrey.- Todas las propuestas literarias deben ser tomadas en cuenta porque intentan introducir una nueva estética o antiéstetica en la creación del género al que van dirigidos. No hace mucho, aquí en Monterrey, el joven autor Juan Felipe Sánchez Pantoja lanzó su Manifiesto de la Puercoesía, el cual contiene diecisiete puntos en los que señala enfáticamente: “Queremos romper con los métodos academicistas para escribir poesía(…). Nuestro movimiento se basa en la burla a la poesía erótica, al sentido antropológico del hombre y al academicismo literario”.

Ahora, un grupo de jóvenes poetas colombianos lanza un reclamo (que también podría convertirse en movimiento) llamado “Negacionismo” y que ahora fructifica en una antología: Poetas que hay que morir antes de leer*, jugando con el título del volumen 1001 libros que hay que leer antes de morir (Peter Boxall y José-Carlos Mainer, 2006).

Larry Mejía (Bogotá, Col., 1983) explica los motivos de esta selección: “(Colombia) nos ha negado un espacio para expresar esta incomodidad convertida en poesía. (…) y con estos poemas le devolvemos la negación que durante años nos sirvió en el plato” (“Presentación”, p. 13-14, no núm.).

Los poemas incluidos no reflejan ningún cuidado, parecen hechos al vuelo, de primera intención, como desesperados y oficiados por el desencanto; son conversacionales y arrítmicos, y parecen disfrutar de su colindancia con la antipoesía.

Incluso hay un texto que enumera sólo palabras yuxtapuestas: “Guarda costas / Rompe olas / Limpia brisas / Para rayos / Lanza llamas / Trota mundos / Pasa montañas / Salta montes” (p. 25) y otro a base de dichos y refranes aderezados con algo de humor: “dime cómo andas y te diré cómo eres / cría fama y te sacarán los ojos / si te caes, no te levantes, / lo más probable es que vuelvas a caerte” (p. 27), ambos de Pablo Estrada.

Algo de humor también hallamos en Javier Moyano: “Busqué a Dios en facebook y ya tiene 35.993 amigos / (…) Busqué en su perfil información sobre él y no supe nada / no estudias no trabajas no tienes celular ni correo oficial, / tampoco supe nada de sus gustos o aficiones.  / ¿Será que lo haces por cuidarte y no fastidiar tu eterno descanso / o el vaticano te tiene amenazado?” (p. 97).

Pero el desencanto prevalece entre sus autores: “a mi edad Rimbaud ya había dejado la escritura / (…) a mi edad no tengo siquiera con qué ponerme un revólver / entre manos” (Larry Mejía, p. 71-72), “¡Ah, mi generación!  Una grupa de niñatos ensayando / a ser el poeta reconocido a quien todos deben saludar / con genuflexas muecas” (Rafael Serrano, p. 60), “Este mundo de dios / es un montón de mecanismos / que sólo a dios le funcionan” (Julián Molina, p. 154).

Es difícil establecer a priori si estos autores trascenderán a través esta postura negacionista o si deberán incorporarse a otra ya establecida, como prefigura Daniel Ángel: “Los oscuros hombres / que se arropan / con cualquier trozo de papel / en el que alguna vez se escribió un poema / (…) se despiertan cada cual a sus pesadillas” (p. 117).

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  • * Larry Mejía, comp. Poetas que hay que morir antes de leer. Monterrey, N.L.: Editorial con las Uñas / UANL, 2013. 166 pp., Fot.

 

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