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1648 20 Agosto 2014

 

De la caja idiota a las series de HBO
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- Para mi generación (nacidos en los años sesenta), los medios masivos transmitían publicidad y entretenimiento enajenante. Sin embargo, la cultura popular se ha sofisticado al grado de presentar desafíos intelectuales que ya no se centran en desentrañar contenidos sino en analizar lo que nuestro cerebro hace con ellos. Las series de televisión, en especial las de HBO, exhiben variados hilos argumentales, personajes y narrativa hipertextual; el equivalente moderno a las buenas obras literarias que ponen a trabajar a nuestro cerebro para descifrar cada escena.

Las novelas de entonces, como las series de ahora, nos exigen volvernos espectadores activos (coautores) a partir de una interacción creativa con los productores y guionistas televisivos.

Lo mismo pasa con Internet y los videojuegos: el uso cotidiano de estas tecnologías incrementa el coeficiente intelectual de la Generación del Milenio en comparación con el promedio de generaciones anteriores.

El problema con este nuevo fenómeno estriba en que la mayoría de los pedagogos y psicólogos lo estudian a partir de patrones metodológicos antiguos; analizan un videojuego cuestionando su falta de narrativa, de secuencia, de tramas convincentes y personajes creíbles, cuando un videojuego es otra cosa y motiva otras habilidades más cercanas a la lógica matemática que a la literatura o el cine.

¿Qué gana un niño entretenido con un videojuego? Ejercitar su cerebro en habilidades abstractas de probabilidad y causalidad además del reconocimiento de patrones. Por otro lado, a partir de un sistema de recompensas explora y formula estrategias y tácticas efectivas. Con los videojuegos el niño aprende estrategias exitosas de corto plazo que llevan a malos resultados en el largo plazo y estrategias no tan buenas en lo inmediato pero que llevan consecuencias favorables en el futuro. Después, ya el niño aplicará estas habilidades a sus relaciones personales y sociales.

En esta revolución de la cultura de masas el rol que deben jugar los padres de familia consiste en facilitar horas de lectura diaria para sus hijos, además de cubrir en familia esa fase igual de importante que ahora se le llama educación emocional.

 

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