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1665 12 Septiembre 2014

 

 

Vivir mata
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- La última moda en Estados Unidos, importada como siempre a México, consiste en regalar a la pareja amada no un ramo de rosas rojas, ni una caja de chocolates, sino una tomografía computarizada de corazón. El regalo consta de dos modalidades: la angiografía (si el propósito es examinar sus arterias) o la gammagrafía (si el propósito del regalo es detectar calcio coronario). Como se sabe, todo receptor de regalos sentimentales debe agradecer el cumplido sin poner reparos y esperar sonriente el resultado.

Así le pasó a un conocido financiero cincuentón de San Pedro, deportista de alto rendimiento, ex Ironman, y dueño de una envidiable agilidad mental: recibió de su esposa el saludable regalo tomográfico y por quedar bien con ella lo hizo válido al día siguiente con un examen cardiológico en el Hospital Christus Muguerza.

Nunca lo hubiera hecho: los resultados del escáner delataron dos arterias tapadas. El cirujano cardiólogo tuvo que implantarle cuanto antes unos cánulas o stents. Desde entonces el pobre financiero ya no es el mismo.
¿Realmente necesitaba la tomografía? Su esposa jura que no. Él ni siquiera se plantea esa sospecha, abatido por la revelación brutal de que es un simple mortal y deshecho por una interrogante dramática: ¿qué he hecho yo para merecer esto?

El pobre cincuentón es ahora un zombi de hombros caídos que circula a la deriva por Main Entrance, de Plaza Fiesta San Agustín. Ahí lo veremos deambular como espejo móvil del mal de salud que se enquista en el organismo de cada uno de nosotros. Y es que, aunque muchos lo olvidemos, vivir mata. Y el desenlace siempre es el mismo. 

 

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