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1666 15 Septiembre 2014

 

 

A un aliado no se le da una patada en el trasero
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- El despido del biólogo Ángel García Contreras como Director de Ecología del Ayuntamiento de Mazatlán, más allá de si es justa o no su salida del Gobierno panista de Carlos Felton, llama la atención porque se supone que esta posición es resultado de una coalición de fuerzas políticas en las últimas elecciones constitucionales, y si bien la ley otorga amplios poderes al Presidente Municipal de integrar, igualmente le permite ajustar el gabinete para buscar lograr una mayor eficacia y eficiencia en el gobierno. Que al parecer ése no es el problema.

El tema de fondo, es el sentido de coaliciones electorales, que ni son programáticas ni se traducen en políticas públicas consensuadas entre los partidos coaligados, y menos es continuidad de los funcionarios eficientes.

Al contrario, lo que vemos en el caso del despido de ese equipo, es que en Mazatlán se impone para muchos la voluntad del Alcalde, bajo la presión de Jorge Alberto Rodríguez Pasos, ex Presidente Municipal, desaforado por violencia doméstica, y hoy regidor petista; pero no valió argumento alguno para reconsiderar en favor no sólo del despedido, sino lo que signifique una coalición electoral.

Y no sólo eso, también a los ciudadanos que votaron a esta coalición izquierda-derecha que integraron el PRD y PAN.

Coaliciones, ¿para qué sirven?
Las coaliciones electorales teóricamente se forman con el fin de que dos o más fuerzas sumen sus apoyos para elevar en forma directamente proporcional las posibilidades de triunfo electoral y llevar un programa interpartidario al nuevo gobierno. Eso es lo que debería ser para responder a quienes les votaron.

En México, sin embargo, las coaliciones sólo tienen alcance electoral, o mejor dicho, en el ámbito de la representación y la integración de los gobiernos obedece a la buena voluntad del gobernante electo o la capacidad de presión de los aliados.

De manera que los partidos coaligados pueden postular a cargos del legislativo o al cuerpo de regidores. Hasta ahí parece alcanzar las coaliciones; así recuerdo lo que dijo Malova en 2010, cuando ganaba la gubernatura, y los partidos de la coalición “Cambiemos Sinaloa” exigían cargos.

Entonces, más allá de tener un co-gobierno y definir políticas públicas comunes, lo que vemos es el llamado “reparto de cuotas” que el partido asume proponiendo las personas idóneas o gente del aparato partidario.

Así en México, si como partido no lograste incluir a tus militantes en cargos de elección popular, nada obliga a que éstos entren a ocupar cargos estratégicos de gobierno.

Quizá el mejor ejemplo sinaloense es la vieja alianza PRI con el PVEM, y más recientemente del primero con el Panal, donde pasada cada elección no vemos ninguno de sus militantes en la estructura de los gobiernos priistas, o en el mejor de los casos lo que sucede se traduce en posiciones legislativas para el aparato del partido.

Basta a los locales una diputación en el mejor de los casos o una regiduría como se establece en los convenios de coalición, o la sobrevivencia que les da la misma coalición en el ámbito nacional. Lo sorprendente es que estos partidos pequeños en elecciones muy competidas suelen hacer la diferencia entre ganar y perder.

Partido bisagra
Es quizá el caso de la alianza del PAN con el PRD, donde la diferencia entre Carlos Felton y la priista Irma Tirado fue de unos cuantos miles de votos. Y bueno, un partido tan pequeño como es el PRD pudo hacer la diferencia con su 5 por ciento de votación promedio.

En otras palabras, Carlos Felton sin sus aliados perredistas es muy probable que no hubiera ganado la elección, y eso se olvida cuando se ejerce el poder. De ahí que el despido de Ángel García adquiera un cierta relevancia tanto en lo que se refiere al Alcalde Felton como al propio PRD.

El argumento esgrimido para despedir al Director de Ecología, haber cortado cinco arbolitos, llama a la risa y deja entrever que en el Cabildo, más que hacerse política de altura, lo que dominan son las bajas pasiones y las intrigas que demeritan a este colectivo público.

Y más todavía, viniendo de Rodríguez Pasos, puede ser producto de dos posibilidades: una, que tiene influencia en las decisiones de Carlos Felton, o como dice la regidora priista Esperanza Kazuga, que fue utilizado por el propio Alcalde para sacudirse a Ángel García.

Cualquiera que sea la verdad, deja entrever que el sistema de cuotas producto de la coalición electoral estorba, sobre todo cuando se refiere a funcionarios con voz propia y convicción sobre la necesidad de proteger el hábitat de los mazatlecos; por eso asalta la pregunta: ¿qué está detrás de la decisión del Alcalde?

El Alcalde, ¿ofreció la dirección a alguien a quien le debe una factura? ¿Se la pidieron para ubicar a alguien que está sin chamba?; o simplemente, no iba bien la relación con el hoy ex director de Ecología. Ya lo veremos con las credenciales que presente el nuevo director.

Un PRD que no se defiende a sí mismo
Adicionalmente, lo que llama mucho la atención es el silencio que parece complicidad de la dirección estatal del PRD, como la debilidad de la dirigencia municipal; y es que no se trata sólo de brindar apoyo a su militante en un cargo de gobierno despedido con deshonor, al hacerlo con la policía, como si fuera un vulgar delincuente, sino asumir postura ante este acto autoritario de gobierno.

Y adquiere mayor relevancia y asombro, cuando como director Ángel García logró entre, otras acciones, la certificación de playas limpias en Mazatlán, lo que le valió el reconocimiento de la comunidad.

En otro partido más institucionalizado y congruente con sus valores, se defiende el honor de sus militantes en cargos de gobierno, pues al final del día son el rostro de lo que ofrece el PRD; no se debe pasar por alto y buscar limpiar la imagen y destacar las obras realizadas a favor del gobierno surgido de una coalición electoral, incluso romper con el gobierno de Felton como un acto de dignidad política.

Pero en Sinaloa no hay partidos rupturistas por dignidad; al sistema de partidos lo dominan las conveniencias políticas.

Indagando, quien esto escribe, se encontró con que Heriberto Arias, el presidente estatal del PRD, no lo haría porque Ángel García no es parte del grupo dirigente, es una voz crítica y por tanto incómoda dentro del partido.

Si es cierta está percepción y el silencio lo avala, estamos ante otro problema que rebasa los límites de este ensayo político, pero habla mucho de las relaciones internas del partido del sol azteca, más ahora que están próximas sus elecciones internas y las distintas tribus políticas buscan cerrar filas en esta justa organizada por el INE.

En definitiva, la salida de Ángel García del gobierno de Mazatlán muestra los alcances limitados de las coaliciones electorales y la fragilidad de los gobiernos que están surgiendo de ellas, pero sobre todo la falta de visión de los alcaldes que la sustituyen con autoritarismo, de manera que la oferta de cambio no llega y los ciudadanos la siguen esperando.

Bien valdría que el legislativo revisara lo que la ciencia política anglosajona llama accountability; es decir, responsabilidad de los compromisos expresados en campaña.

 

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