Suscribete

 
1763 28 Enero 2015

 

 

No estamos listos
Claudio Tapia

 

San Pedro Garza García.- Desde diciembre del año pasado nos venimos preguntando si los regiomontanos estamos listos para sumarnos al boicot electoral al que están convocando luchadores sociales de la estatura del Padre Solalinde, Monseñor Raúl Vera, el poeta Javier Sicilia, y analistas políticos como Sergio Aguayo, entre otros.

El llamado al boicot electoral –que hasta ahora permanece prácticamente ignorado por los regios– ha generado algunas reacciones y la condena de los candidatos que se verían afectados por una acción política que desestabilizaría el envilecido sistema de representación, si logra generalizarse.

Algunos comentarios a favor de seguir con el ritual organizado para que la representación siga como está mientras se intentan otras vías, son atendibles. Se agradecen no solo porque hacen pensar, sino porque plantean la posibilidad de que los que llamamos al boicot, estemos equivocados.

Pero no todas las críticas son así. Los candidatos “independientes” –que prometen adecentar la política en cuyos terrenos se mueven, y que siguen ya los modos que antes denunciaban– promueven el voto que perpetua la farsa de una representación que no cambiará aunque alguno de ellos logre colarse. Intentan hacernos creer que participar en el boicot es lo mismo que no hacer nada para acabar con el sistema que oxigenan.  

Lo mismo dicen los candidatos “ciudadanos” que ya han ocupado cargos de representación valiéndose de alguno de los dos partidos hegemónicos, a los que nunca se les vio participar en alguna movilización social, y que ahora hacen la intentona con el apoyo de partidos pequeños condenados a perder. Estos también nos invitan a votar, por ellos, por supuesto.                 

En la base de la afirmación de que el boicot electoral es lo mismo que no hacer nada para cambiar el envilecido sistema, está la falsa creencia de que convirtiendo en representantes a ciudadanos que antes participaban, se puede lograr algo. Estos sanearán, desde dentro, todo el sistema, nos prometen. El representante participativo, es la solución. Y en mezclar “participación” con “representación” está la confusión, no sé si deliberada o no.

En teoría, es el pueblo el que elige a los que hacen las leyes y a los que se encargan de hacer que se cumplan: los representantes. Esa es la democracia representativa.

Una vez que los ciudadanos eligen a sus representantes dejan de hacer política. No hace falta. Se pueden retirar de la esfera pública porque los representantes, fieles intérpretes de la voluntad general, harán lo necesario para que el bien común se alcance. Esa es la esencia del discurso a favor de la democracia instrumental que preconiza el INE, el IEE y sus sucursales.

Pero no basta con eso. La representación no puede alcanzar dichos fines si no cuenta con la participación directa de los representados. La participación ciudadana es el otro brazo de la pinza democratizadora. Los términos “participación” y “representación” se complementan y excluyen: el representante debe cumplir el mandato permitiendo la actuación de los participantes, que a su vez requieren de un representante en el que su actuación incida.

Participar y representar no es lo mismo. Por eso es un contrasentido afirmar que abstenerse de votar es dejar de participar, cuando lo que en realidad se propone es participar dejando de votar.    

La atención que brindemos al llamado al boicot, revelará el nivel de cultura cívica que tenemos. La respuesta que demos a la convocatoria a la desobediencia civil nacional, mostrará la madurez política alcanzada en la localidad.

A primera vista, todo indica que en Nuevo León no estamos listos.           

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com