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1781 23 Febrero 2015

 

 

Alter ego
Ernesto Hernández Norzagaray

Para Pedro Cristóbal, en sus 21

 

Mazatlán.- La Presidencia es más que la opinión pública. No le haga caso; al contrario, ignórela. Va usted bien. No se salga del guión de los acuerdos y las reformas estructurales. Eso lo va a ser que pase a la historia de este país.

Acuérdese de la frase quijotesca: “Deja que los perros ladren es señal de que vamos avanzando”. Son los gritos destemplados de ciertos medios de comunicación que buscan carne fresca para estar jodiendo su proyecto. De los que quieren descarrilar su proyecto modernizador. Lo mismo le paso a Porfirio Díaz, a Miguel Alemán, a Miguel de la Madrid y a su tutor y amigo del alma Carlos Salinas, no les pasó a los Presidentes que navegan en el confort. ¿Y qué pasó? Nada. El país con ellos cambio. Dejó de ser un país rural para transformarse en uno moderno. De primer mundo.

A usted le va a pasar lo mismo. Dese tiempo. No claudique. Haga oídos sordos al ruido. Es solo eso, ruido. El ruido de unos pocos. La mayoría está con usted. Lo sigue viendo con su bella esposa, guapo, elegante, simpático y la mejor imagen de futuro.

Las encuestas de percepción de la Presidencia están hechas a modo. Mandadas hacer por el anti-México. Por quienes no quieren que el país salga adelante. Por los que viven anclados al pasado, cuando el mundo ya cambio y exige respuestas frescas. México ya no es endogámico sino un país de puertas abierta. A los bloques de países. A las inversiones. A los clusters industriales. A la competencia frente al consumidor. Que es en última instancia el beneficiado. Sus críticos son unos acomplejados e hipócritas que no quieren medirse con el exterior pero eso si quieren tener a su alcance las marcas internacionales. Ropa, autos, comida, teles Sony de 50 pulgadas. Ir el fin de semana al mall y llevar a sus hijos a ese mundo maravilloso del consumo. Para luego volver a sus casas. Y en la seguridad de su hogar se dedican a escribir contra usted y su gobierno. Por eso no les haga caso. Siga adelante. Como el Jefe de Estado que preconizaba Winston Churchill que no está viendo la siguiente elección, sino la siguiente generación de mexicanos.

Usted departe con los Presidentes y Jefes de Gobierno de los principales países del mundo, los que frecuentemente le piden su opinión sobre problemas hemisféricos o mundiales. El que recibe las cartas de presentación de los nuevos embajadores que llegan al país. Al que le piden audiencia los gobernadores para presentar sus proyectos de desarrollo regional. Al que le invitan a los foros internacionales para que les explique esto que es el nuevo milagro mexicano. Ese es usted. No dude ni por un momento. No suelte las riendas del país. No les dé gusto.

Los problemas económicos son cíclicos. Los precios bajos del petróleo no son eternos. Ya verá. Habrá recuperación como la hubo en los años setenta del siglo pasado. Y entonces sí, agárrense. Todos sus sueños serán realidad. Un país a imagen y semejanza de lo mejor del mundo. Los problemas de corrupción, como bien lo dijo, son culturales y endémicos y nos alcanzan a todos. Lo de la violencia viene de lejos y ningún gobierno tiene capacidad para garantizar seguridad a cada ciudadano. Ni los suecos o daneses, ya ve.

Y cuando aquello suceda, los medios críticos tendrán dos opciones: seguir con su misión desestabilizadora, o se volcarán en halagos y aplausos. La memoria es flaca. Muy flaca. Y usted tiene a su alcance todos los recursos del Estado y el gobierno mexicano. Y algunos otros. Delegue responsabilidades y no se meta en temas espinosos, eso es materia de sus Secretarios y el Procurador, niveles menores. Céntrese en lo suyo que es pasar bien a la historia. Y que las reformas se transformen en ingresos y políticas públicas que le den dirección al país. Eso sí sea condescendiente con los que reclaman, acuérdese de Maquiavelo, de ser magnánimo con los gobernados. Que no le falle la comunicación gubernamental. Ahí está quizá su mayor desafío. No está trasmitiendo bien las buenas decisiones de gobierno.

Estuvo excelente bien con lo de Virgilio para ver lo de la Casa Blanca. Los destanteó. Haga cambios si son necesarios. A los gobernados les gusta el circo y si sacrifica a alguien de su equipo los va a tener contentos. Es solo movimiento de fichas en el tablero del poder que usted tiene en sus manos. No es signo de debilidad. Es fortaleza, audacia y tacto. Es estar en el ánimo de la gente que quiere ver el sacrificio de culpables. ¿De qué? De lo que sea. Y entonces usted se verá como alguien que tiene el control del gobierno. Que no le tiembla la mano. Que está decidido a cambiar a México. A ser el reformador del siglo XXI. Este siglo que como nunca reclama estadistas. Con visión de futuro. Por eso no se distraiga con el ruido mediático. Siempre va a existir. De él comen muchos. No les va a satisfacer, haga lo que haga, diga lo que diga. Usted a lo suyo.

Sé de lo difícil que es soportar la crítica todos los días. Pero cuente hasta diez. Esboce una sonrisa y siga siempre adelante. En lo ya logrado. En lo que le ganó el reconocimiento del mundo. En el Mexico´s moment, como usted bien lo escribió para The Economist, cuando anuncio como Presidente electo: “Trabajaremos para un modelo económico, político y social próspero, en el cual el pragmatismo y el respeto de los valores liberales coexistan”.

Así que los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa que no lo distraigan. Ni le quiten el sueño, aunque sea uno de nuestros relatos tristes. Ni le lleven a dar un giro a su proyecto de nación. El país afortunadamente es más que ellos. Y como bien lo dijo, el país debe seguir caminando, no detenerse ante las eventualidades por más difíciles que sean. Enfrentar los desafíos mayores de este siglo. Porque lo peor es volver atrás. A la falta de acuerdos. Estar estancados. Y que no haya perspectiva. Que sea una nueva década perdida.

¡Aguante, Presidente, aguante!

 

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