Suscribete

 
1784 26 Febrero 2015

 

 

Las calumnias virtuales
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- A nadie nos gusta ser ofendidos, ni insultados, ni calumniados. Ni en vivo ni bajo pseudónimo. Pero la solución a esta situación incómoda es simple: se le ignora al calumniador, y punto.

Tomar distancia del difamador es un ejercicio sano para quien sufre cualquier tipo de insulto virtual. Además, no nos quedan muchos otros recursos al alcance de la mano.

En el fondo, el problema psicológico no está del lado de quien emite una opinión, sino de quien calumnia cobarde y agresivamente desde el anonimato. El propósito de este ser acomplejado consiste en llamar la atención a como dé lugar: es una distorsión de su ego.

El caso se deriva de una psicopatología denominada online disinhibition effect. Cuando algunas personas se sientan frente a un monitor, el anonimato las envalentona, amparadas en la invisibilidad que propician las redes sociales.
Cuando hablamos frente a frente, nuestro cerebro se autocontrola generalmente, gracias al córtex orbitofrontal, que emite señales para moderar nuestros impulsos y empatizar con los demás, lo cual nos evita salidas de tono y comportamientos inaceptables.

Pero en Internet, el córtex no funciona igual que en la vida real, porque no está tan bien adiestrado en ese medio, relativamente reciente. De ahí que nos dejemos llevar por impulsos, desatemos con ligereza los instintos primarios y podemos insultar, “al cabo nadie nos ve”.

Por eso hay que comprender a quienes nos insultan online y compadecernos de quienes sufren el disinhibition effect. Están más torturados psicológicamente ellos que nosotros. O, para decirlo en términos cristianos, perdónalos porque no saben lo que hacen.  

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com