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1788 4 Marzo 2015

 

 

DISPARATES
El Sancho  
Armando Hugo Ortiz

 

Ente etéreo, que a lo mucho deja mínima huella de su paso.

Monterrey.- El Diccionario de la Lengua Española remite esta palabra al inmortal escudero de don Quijote, Sancho Panza. También alude al cabrito huérfano, amamantado por otra madre.

“Sancho” tiene otra connotación muy mexicana, para identificar al amante anónimo de una dama matrimoniada. En torno a su figura giran chascarrillos, generalmente amables y simpáticos, pues es hábil y escurridizo.

El cronista regimontano Encarnación Brondo Whitte, en “Nuevo León, Novela de Costumbres”, describe que a principios del siglo XX, pastaban y pernoctaban en las orillas de Monterrey centenares de hatos de cabras. Una que otra pastora se encariñaba con un chivito sancho, dándole leche en biberón. En las noches de frío lo sacaba de la majada, para llevarlo a su jergón. Cuando llegaba el marido y sentía su lugar tibio, su mujer, medio dormida, explicaba que era por el sancho.  

Al nunca ver al animalito, surgió la leyenda blanca de que era un subterfugio para la infidelidad femenina.

Puede ser un extraño, pero también el compadre, el vecino, el compañero de trabajo. Es un buena onda, pero cuando lo descubren pierde su encanto, se convierte en Kbron, el conjugado del cornudo; por lo general el triángulo  amoroso termina en tragedia. “Lo que quiero es que me digas, quién en mi cama durmió”, reclama el marido despechado a la Martina, luego la mata de cinco balazos. Y el amigo del caballo, ni por la silla volvió.

En este siglo XXI, el sancho sigue merodeando la tibieza del tálamo conyugal, hasta por las redes sociales, cibernéticas. Cuidado, pues. Y no pretenda sorprender a su esposa, llegando a casa sin avisar; los sorprendidos pueden ser otros. Y si regresa usted  por la madrugada, no pregunte por qué está tibia la cama.

a_hugo16@hotmail.com

 

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