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1794 12 Marzo 2015

 

 

¿Prisión domiciliaria a Elba Esther Gordillo?
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Te conocí en un par de ocasiones olvidables; la última vez para decirte mi frase de batalla: “en la vida hay que ser duro, pero no insensible”. De joven fuiste dueña de una ternura endurecida que se te convirtió, paulatinamente, en ese gesto insensible que dejan las cirugías recurrentes.

A falta de afecto traspasaste tu ternura a otras personas que vinieron y se fueron. Y a otras supersticiones: el poder y la fortuna.

No recordaré tu ingreso al SNTE en 1970 con la subordinación a Salinas de Gortari. Perdiste la inocencia política con un cacique magisterial “de los de antes” y un buen día, alejada de tu Comitán, Chiapas, juraste no volver a ser mancillada por nadie.

Fuiste ruda con los tuyos: con tu hija-espejo Mónica Arriola, con tus amoríos viajeros. Y tu inclemencia contra quienes tachaste de traidores: Carlos Salinas; Roberto Madrazo, que te destituyó del liderazgo legislativo y de tu propio partido en 2005; Josefina Vázquez Mota, que eclipsó a ratos tu control en la SEP; Emilio Chuayffet, que encabezó la primera avanzada para pedir tu cabeza y a quien insultaste en persona y por teléfono.

Lo podías todo: asustar al más valiente; malabarear con las cuotas sindicales; inventar un Gremio Inmobiliario; crear un partido (Nueva Alianza) con un solo dirigente y un solo militante. Dar y quitar, imponer y someter; encumbrar y derrumbar; comprar y extorsionar. Todo con el poder de tu firma.

Hace años estuviste a un paso de la muerte: aneurismas, hipertiroidismo, te extirparon un riñón, Hepatitis C, hipertensión. Aún así no dejaste de azotar traidores. Eras eterna, dura e insensible, gritona y entrona; todo con los 2 mil millones de pesos que manipulabas. Te volviste hechicera envuelta en piel de leones y pócimas de santería; compraste periodistas para mofarte de ellos; paseabas por Saint Honoré, en París; por Notting Hill, en Londres; por Madison Avenue en Nueva York; guardaste las cenizas de tu remordimiento en un bolso Louis Vuitton.

No podemos vivir sin querer ni ser queridos. Y a ti te han querido pocos. Y esos pocos te han querido muy poco. Menos aún cuando el sistema político, el gobierno, la Marina, la PGR, la suerte, el destino, ¿Dios?, te dieron la espalda y comenzó el declive sin retorno de tu vida terrenal. Aún así, ¿mereces el beneficio de la prisión domiciliaria? Por humanitarismo, muchos te lo daríamos. Pero no somos autoridad pública; ni somos influyentes, apenas ciudadanos que creemos que la vida humana, cualquiera, es sagrada y merece respeto. Aunque tú misma no te respetaras, por no respetar la dignidad de los demás.

 

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