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1819 16 Abril 2015

 

 

El Bronco en su división
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- Le apodaban el Bronco y era hombre legendario de Galeana, Nuevo León. Un tipo solitario, muy independiente. Poco sabemos de su vida privada, sólo que tuvo varias mujeres. Contra los bravucones que lo asediaban, era entrón y valiente, echado pa´delante.

En los campos (esos laberintos planos), el Bronco usaba un sombrero de ala ancha, para cubrirse del sol y de los aguaceros y para espantar a las auras pelonas que lo seguían como próximo cadáver. Les mentaba la madre porque era malhablado. Pero tenía la mirada mansa, la piel tostada por el sol y los genes morenos de su raza.

De su batallón de choque era el mejor, el más curtido y con la suerte de su lado. Tenía una puntería portentosa: la aprendió cazando osos con una Winchester de acción de palanca. Se la compró o se la robó a un texano. Sus enemigos, los lanceros franceses, le veían disparar sobre el caballo, en contra de ellos, el fusil rapidito, sin recarga.

Frente a la escopeta de los lanceros, pesados y tardados, el Bronco, como casi todos los cazadores de Galeana, eran un viento endemoniado; le bastaban 120 metros de distancia para dar justo en el blanco. Por algo a su brigada le llamaban “dragones de caballería”, a la manera rústica, pero dragones al fin y al cabo.

El Bronco era muy independiente,hasta que lo reclutaron para la Primera División del Norte. No la de Villa (formada muchos años más tarde de su muerte) sino la de Mariano Escobedo, en contra del Imperio de Maximiliano. Hicieron historia.

Al Bronco también le decían el Hocicón, porque tenía la boca muy grande. Los cazadores de Galeana eran de boca grande. Todo un misterio de rancho. Pero la razón era simple: como tenían que disparar el Winchester montados a caballo, usaban ambas manos para apalancar el fusil, pescando la rienda con los dientes.

El Bronco ganó la guerra contra los franceses, pero acabó sus días pensionado por el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz. Resistió al Imperio, pero no al sistema. Había dejado de ser independiente. Desapareció en el anonimato de la historia, como caballo reventado de tanto galopar en redondo.

Lo curioso es que cuando murió, lo sepultaron con un paliacate bien atado a la boca, porque la tenía muy grande y no se le fuera a llenar la garganta de tierra. A su lado, en el ataúd, le echaron la Winchester con la que mató a cientos de osos y lanceros franceses. Cuentan que al poco tiempo lo exhumaron para robarle el fusil y venderlo en un mercado.

 

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