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1821 20 Abril 2015

 

 

Los chicos de la banda
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Que se monte en Monterrey “Los chicos de la banda”, de Mart Crowley, una vieja obra de teatro sobre la apertura social de los gays, es una idea acertada.

Que lo haga un comediante como Renán Moreno, es una propuesta audaz y meritoria. Que la obra tenga tantas deficiencias en tensión dramática e interpretaciones, comenzando por la del propio Renán, es un resultado triste.

Los primeros minutos de la obra son los peor resueltos. Renán Moreno quiere despertar risas a partir de un personaje patético y frustrado. De manera que su actuación, no su personaje, termina siendo patética y frustrada. ¿Por qué si Renán quiso ser audaz, mantuvo su vena humorística habitual en escenas que carecen de humor?

Esta obra merecía un actor de carácter para interpretar su personaje principal, no un comediante. El problema es que el director es un comediante: el propio Renán. De ahí parten los errores del montaje. Por otro lado, la obra la salvan otros actores que sí entendieron mejor su papel dramático y de profundidad existencial, especialmente un excepcional Francisco de Luna y el joven talento del teatro regiomontano, Raúl Oviedo. Ambos dan vida a sus personajes, no como simples marionetas que provocan risa, sino como seres que generan la empatía de los espectadores.

En cualquier caso hay que reconocer a Renán Moreno haber emprendido ese giro en su carrera. Como primer intento de teatro serio, fue regular. Esperemos que la próxima le salga mejor. Y que persevere en el montaje de obras que se abran a la tolerancia en todos los aspectos, incluyendo el sexual, porque estos temas aún encierran prejuicios en la estrecha mentalidad de muchos regiomontanos que se creen cosmopolitas, pero cuya moral sigue siendo de campanario.

 

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