¿Cómo gobernar Nuevo León sin jerarquías corruptas?
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Muchas empresas grandes y pequeñas de Nuevo León han adoptado la holocracia como nueva organización interna. Este nuevo modelo de negocio lo explica Tony Hsieh, en su libro Delivering Happiness.

Se trata de alcanzar rentabilidad sin apegarse a las clásicas líneas de mando; en vez de eso se forman fractales, es decir, unidades autónomas no reprimidas por el ego o la voracidad de un jefe o autoridad superior. La conversión a tan innovador esquema no es fácil y demanda un salto de enfoque radical.

Quien intente experimentar las ventajas de la holocracia tendrá que modificar pautas mentales y de estructura piramidal. Y es que la holocracia evapora los principios tradicionales de autoridad y distribuye la toma de decisiones en equipos auto-organizados, a partir del consentimiento deliberado y la abolición del control y la disciplina impuesta por la típica figura de rango superior. La estructura termina por aplanase y, lo que es mejor, se transparenta.

Por supuesto, no todas las empresas están dispuestas a experimentar la adopción de una tecnología que aún no recibe la aceptación unánime en las escuelas de negocios. Pero esperemos que muy pronto esta organización en círculos, basada en roles conectados por enlaces que aseguran su alineación con las metas de la organización, pueda dar el salto benéfico al gobierno.

Sería sano para los nuevoleoneses que la toma de decisiones públicas no fuera el capricho de un gobernante ególatra, montado en la punta de una pirámide desprestigiada, que emite instrucciones a insubordinados incondicionales y burócratas.

En vez de este panorama jerárquico, tendríamos la promoción de liderazgos individuales, que cumplan por voluntad propia, los preceptos de la holocracia.

Desde luego, el camino sería largo, pero valdría la pena recorrerlo, comenzando por la implantación de la holocracia en ayuntamientos y por supuesto, en el gobierno del Estado.